La región de Aterán es, en su vasta mayoría, un gran y verde valle. Sus pobladores viven en un ambiente rural, excepto en sus dos grandes puertos, punto de reunión de la influencia de otras regiones, donde los navegantes traían mercancías de tierras lejana, los grandes mercaderes mantenían sus puestos de venta y los jóvenes disfrutaban de la vida. Es en el puerto de Santa María donde nuestra historia empieza.

Raul es un joven de 12 años que ha decidido empezar su aventura Pokémon, pero esta no empieza de la mejor manera. Cuando va junto a su mejor amiga de la infancia, Micaela, a recibir cada uno sus pokémons iniciales, el destino decide que el encargado de la guardería muera en misteriosas circunstancias. Cuando entraron a la vivienda del anciano, en las afueras de la ciudad, se encontraron con una fuerte escena: El anciano estaba sentado, como de costumbre, en su mesa; pero tenía el cuello manchado de sangre, al igual que el suelo y las paredes a su espalda. Ambos, apenas unos niños, huyeron del lugar llorando, seguidos por dos pokémones que habían salido debajo de la silla. Eran un Poochyena y un Zigzagoon. Al llegar al puerto, se desploman tras avisar sobre la muerte del anciano a la primera persona que ven. Despiertan cada uno en su casa, hablan con sus madres sobre lo ocurrido y ellas les explican que nadie sabe por qué lo han hecho y mucho menos quién fue. Les piden que no salgan, pero ambos salen a investigar lo que ocurrió y se encuentran en la plaza. La muerte del encargado es el tópico de conversación en una ciudad tan apacible como Santa María. Mientras hablan con diversos pobladores de los hechos, van haciéndose una idea de lo que piensa la población sobre este hecho. De pronto, se dan cuenta de que hay 2 pokémones arrimados hacia un estante de frutas, evidentemente tristes. En ellos reconocen a los dos pokémones que los habían seguido en su huída, Poochyena y Zigzagoon. Deciden hacerse cargo de ellos y llevarlos a sus casas, con lo que, de una manera inesperada, empiezan ambos su aventura Pokémon.