El extraño ser tenia la forma de un chico de la misma edad que Santiago. Su aspecto daba a entender que llevaba mucho tiempo dormido. En su rostro se veía la confusión con forme abría sus ojos y observaba el mundo. Sintió curiosidad al ver al joven en el borde del cráter, por lo que decidió subir hasta el. En ningún momento uso sus alas, que se volvieron casi imperceptibles al estar cerradas.
—No soy digno de observar la magnificencia de un mensajero de Dios…—Dijo Santiago mientras se arrodillaba—Solo dime Ángel, el amor de mi vida, Amy Folevie, ¿Ella esta ante la presencia de Cristo?, ¡Por favor dime que nuestra santa virgen María ha clamado por ella ante Dios!
El Ángel se sintió sumamente confundido al escuchar eso. La expresión en su rostro hacía notar que el sér pensaba que Santiago estaba loco.
—Perdona, pero… No tengo idea de lo que me estás hablando—Dijo el Ángel rascándose la cabeza. Su cabello era marrón oscuro y su piel era blanca con un ligero bronceado.
— ¡Dímelo!, ¡Tu eres un Ángel, tienes que saberlo!, ¡Por favor dime que mi amada esta en el cielo! —Suplico sollozando.
—Pues, me temo que eso es algo que no puedo responderte. Aunque siéndote sincero, dudo que este en el cielo, ¡Si eso fuese así rápidamente moriría por la falta de oxigeno! —Se burlo.
Santiago no supo que responder.
—Por cierto, puedes llamarme Kalixto. ¿Y tu cómo te llamas, si se puede saber?
—Santiago…—Dijo sorprendido. Había aprendido en el monasterio que todos los ángeles de la angelología judío-cristiana tenían la terminación “el” en su nombre. Claros ejemplos como Miguel, Ramiel, Sanshel, Gabriel, entre otros… Pero este ángel no cumplía con este hecho.
A lo lejos ambos escucharon cientos de pasos acercándose. Kalixto inmediatamente se sintió alarmado.
— ¡Diablos!, ¡Están cerca de aquí! —Grito afligido.
—Deben ser miembros de la guardia del monasterio. ¡Seguro ellos sabrán interpretar tu llegada!
— ¡Salgamos de aquí! —Le dijo Kalixto mientras le tomaba la mano y se la jalaba intentando correr.
— ¡Pero solo son gente de la iglesia!, sirven a Dios al igual que tú, ¿Cuál es tu problema?
— ¡Santiago no tenemos tiempo para hablar de falacias!, ¡Si esos tipos me ven tendré serios problemas!, ¡Larguémonos ahora mismo!
Sin entender nada, Santiago obedeció aquella orden y comenzó a correr, alejándose del ruido que hacían aquellos que se acercaban.
El cráter solo quedo desierto por unos segundos hasta que finalmente algunas personas vestidas con ropajes aludiendo a la cruz observaron el lugar. Estaban atónitos.
—Eso estuvo cerca—Dijo Kalixto respirando agitadamente.
— ¿Por qué huimos de la iglesia? —Pregunto Santiago. Estaba muy confundido.
—Créeme, si esos tipos me atrapan será mi fin.
— ¡Eso no es cierto!, De seguro te ponen en un altar… Después de todo, no todos los días se puede ver en persona a un mensajero de Dios.
Kalixto le miro con lastima.
— ¿Mensajero de Dios?, ¿Estás loco?
—Pero entonces, ¿No eres un Ángel?
—Pues sí, pero no soy mensajero de ninguna cosa llamada Dios. De hecho, ni siquiera sé que es eso.
La expresión de estupefacción en el rostro de Santiago fue inmensa. ¿Un Ángel que no sabía nada de la existencia de Dios?, eso no tenía ningún sentido para él.
—No entiendo… Entonces, ¿Nadie perteneciente a la iglesia puede verte?
—El problema son mis alas, si las ven, créeme que me la van a poner bien fea.
—Quédate aquí, y no te muevas—Le dijo decidido—Te traeré algo con lo que puedas ocultarlas.
Y en efecto, el joven se apresuro a volver a su casa en busca de algo que pudiese tapar la identidad del Ángel. Su fe cristiana le dictaba enseñarle la palabra de Dios a todo aquel que la desconociese, aun si se tratase de un ser alado.
Ya era de mañana, y Kalixto se sentía bastante extraño al portar una túnica gruesa con una capa por detrás. Al menos sus alas no se notaban en absoluto.
—Ven, voy a enseñarte quien es Dios y toda su magnificencia—Le dijo mientras le instaba a entrar en la ciudadela.
Estar cerca de padres y obispos le ponía bastante nervioso, pero al ver que nadie notaba su naturaleza Angelical, pues comenzó a sentirse más seguro.
—Jesucristo es la clave para alcanzar la vida eterna—Dijo el padre Arnoldo mientras miraba a todos los presentes en la misa. Apenas noto que Santiago tenía un nuevo amigo—Recordad que Dios es todopoderoso y es la clave para la salvación. Ahora mis feligreses, procedamos a recoger los diezmos.
La expresión en el rostro de Kalixto denotaba que no estaba para nada seguro de cómo actuar ante esta manifestación de personas. Al terminar la misa y salir a la calle, no pudo evitar reírse un buen rato.
— ¡Oye, esa fue buena!, ¿Salvación?, ¡Es muy gracioso!
Santiago rápidamente le tapo la boca.
— ¿Estás loco?, ¡Si sigues burlándote así te van a mandar a la hoguera!
—Espera, ¿Me estás diciendo que toda esta gente de verdad cree en lo que dijo ese tipo dentro de la iglesia?
—Por supuesto, ¿Tu no?, pero si es la verdad—Busco en el bolsillo de su túnica un grueso libro y se lo mostro—Esta aquí, en la biblia, las repuestas para todo están en la palabra de Dios.
Kalixto sostuvo con sus manos el libro y le hecho una hojeada. Tenía curiosidad por saber de qué se trataba el texto.
—Te invito a que leas la palabra, te llenaras de mucha sabiduría.
Pasaron tres días entre los cuales Santiago solo se limitaba a hacer sus labores habituales mientras esperaba una respuesta de parte del Ángel. Finalmente, Kalixto emitió algunas palabras sobre el susodicho libro.
—A pesar de que me encanta mucho leer, debo decir que como cuento de hadas, no está mal, pero opino que tomarse lo que dice esta cosa como una verdad absoluta es absurdo.
Santiago se enfureció.
—¿¡Como puedes decir eso!?, ¡La biblia es el libro más antiguo que existe!, ¡Es el mejor texto en el que puedes confiar!
—Pues me temo, Santiago, que tu planteamiento solo hace que confié menos en este libro. Después de todo, opino que mientras más viejo es el libro, mas obsoleto esta y por consiguiente más absurdo se vuelve. Además, ¡por favor!, ¿Qué la tierra se hizo en siete días?, ¡Amigo, este escrito me ofende!
— ¡Como sigas así podrías terminar siendo quemado! —Le dijo Santiago molesto.
— ¿Quemado?, ¿Cómo esa chica que dices… Amy?
Aquello hizo eco en la consciencia de Santiago. El Ángel había dado en el clavo. De pronto, fue como si los ojos del chico mirasen al vacio, dando a notar que estaba recordando cosas.
— ¿Ella era tu novia, verdad?
—Si… Fue quemada en la hoguera… Por cometer una blasfemia…—Dijo mientras lágrimas emanaban de sus ojos.
— ¿Qué clase de blasfemia?
—No lo sé… Solo sé que a los ojos de Dios, estaba mal.
Kalixto le miro con suma lastima. Era evidente que Santiago estaba pasando por un muy mal momento. Podía dejarle creer lo que quisiese, pero sabía que eso no serviría de nada. Para el joven, Amy había muerto fuera de la salvación de Dios, por lo que incluso creyendo en la existencia de este, jamás podría volver a verla. Decidió que era su turno de jugar.
—Bueno amigo, tú ya me has mostrado lo que se supone que es Dios, ahora yo quiero mostrarte mi punto de vista, si me lo permites claro está.
Era de tarde y ambos chicos habían caminado hasta llegar a un cañón bastante profundo, con un rio en su fondo.
—Dime una cosa, ¿Qué fue lo que creo este cañón? —Le pregunto Kalixto a modo de examen.
—Pues fácil, fue Dios, el lo creo todo.
— ¿Estás seguro?, ven, quiero mostrarte algo. Vamos a bajar hasta el rio.
Así lo hicieron. Al estar ya a orillas del agua, Kalixto saco de sus bolsillos un recipiente de madera y lo lleno con el transparente liquido. Busco un poco hasta que finalmente encontró un montón de arena cerca de una de las paredes del cañón.
—Observa con mucha atención—Dijo mientras vertía un pequeño chorro de agua sobre la arena.
Santiago no comprendía que quería demostrar Kalixto con esto.
— ¿Vez que el agua va erosionando la arena conforme baja por la pendiente?
—Sí, es obvio, todo niño que allá jugado con agua alguna vez ha visto algo como eso. ¿Cuál es tu punto?
Kalixto observo por un momento el rio y luego miro al chico con picardía.
Santiago intuyo lo que el Ángel intentaba decirle.
— ¿¡Me estás diciendo que este cañón fue creado por acción de rio!?
—Pues amigo, es lo más lógico. ¿No te parece?, usa un poco tu inteligencia. Imagina que este rio comenzó siendo un riachuelo y con el pasar de miles de años ha logrado crear este cañón.
Santiago quiso protestar, pero pensó por un momento. Lo que Kalixto decía parecía tener sentido. No obstante, defendió su posición.
—Bien, pero ¿Quién puso el rio aquí?. ¡Ese debe de haber sido Dios!
El Ángel se llevo una mano a la cabeza.
—Si miras bien, el rio no es un objeto inmóvil que se coloque y ya. El agua fluye, lo que significa que debe de venir de alguna parte.
— ¡Es evidente!, ¡De la misma forma que tu vertiste el agua en la arena, Dios la ha vertido en la tierra formando este rio que con el tiempo formo este cañón! —Agrego Santiago rápidamente.
—Asombroso, tu capacidad de deducción es destacable, sin embargo, no puedo estar de acuerdo contigo. ¿Hay algún sitio aquí donde pueda encontrar un mapa de la zona?
—Por supuesto, en la biblioteca del magisterio, pero, ¿para qué quieres un mapa?
—Ya lo veras, ¡Venga!, ¡Llévame a esa biblioteca!
Los textos que dominaban la biblioteca eran todos de carácter estrictamente cristiano, sin embargo se podía encontrar documentación física sobre hechos históricos y mapas si se buscaba bien en sus estanterías.
—Aquí tienes uno—Le dijo Santiago.
Kalixto lo examino buscando el rio en donde se habían encontrado. No le fue difícil pues en el mapa se encontraba marcada la ubicación del monasterio. Al encontrarlo, le siguió con el dedo hasta su punto de origen.
—Aquí se origina—Dijo de forma decidida.
—Debe ser allí donde Dios vierte constantemente el agua en el rio.
— ¿Eso lo dice ese libro que llamas biblia?
—No he leído nunca que diga algo como eso, pero me supongo que debe ser así. Si no, ¿De dónde vendría toda esa agua?
—Como veras, estas usando tu capacidad deductiva para, según tus conocimientos, deducir el origen del agua. Eso demuestra que tienes inteligencia. Lástima que, mis conocimientos sobre estas cosas son muchísimo mayores que los tuyos, por tal motivo, te puedo asegurar que tu deducción es muy errada.
— ¿Y cómo explicas que el agua salga de la nada?
—Jeje, porque, amigo, el agua no sale de la nada. Veras, se leer estos mapas, y esta coloración distinta en el terreno denota que es una zona de relieve. ¡Un área montañosa!
A pesar de que a Santiago le costaba bastante seguirle el hilo, sabía que estaba en lo correcto. A unos cuantos kilómetros al este comenzaba a erigirse la cordillera de los Alpes. Eso era un hecho que todo el mundo sabía.
— ¿Y eso qué?
— ¿Sabes lo que es el hielo o la nieve?
—Por supuesto, muchos viajeros que nos visitan nos hablan de ella. Dicen que es agua que debido al frio se solidifica.
— ¡Exactamente!, y al calentarse, vuelve a ser liquida. Pues, sabiendo que los Alpes están llenos de nieve en sus puntos más altos, ¿Qué puedes concluir de eso?
Santiago veía venir el asunto. Sabía a que se refería Kalixto con todo esto. Estuvo pensando por un momento. Llegado un punto quiso hacer una pregunta, pero el mismo se la respondió.
—Y la nieve de las montañas llego allí debido a la lluvia.
— ¡Casi!, Mas bien debido a las nevadas. A esa altitud las gotas de lluvia son solidas por lo que en lugar de llover agua, llueve nieve. ¿Vez que poco a poco todo comienza tener sentido?
Santiago siguió pensando en las palabras del Ángel. De verdad, tenía su lógica lo que él decía. No obstante, hubo algo de lo cual no pudo deducir sin recurrir otra vez a la doctrina cristiana.
—¡La lluvia!, ¿¡De donde proviene esta!?, ¿¡Como puedes explicar que el agua caiga del cielo!?, solo puede existir una explicación posible, y es tal y como lo dice la biblia… Que la bóveda celeste cada cierto tiempo libera cuerpos de agua que se manifiesta en forma de nubes, y son estas las que hacen llover. En efecto, la lluvia es producto del hacer de Dios.
Aun sin aprobar lo que había dicho el chico, Kalixto se sorprendía al ver que Santiago usaba un lenguaje más técnico y lógico conforme conversaban. Estaba aferrado a lo que decía un libro, pero era lo bastante inteligente como para deducir de forma muy acertada. “El único problema es su conocimiento, esta deduciendo en base a las doctrinas que tiene implantadas en su mente, pero si tuviese los conocimientos que tengo yo, ¡Este tipo llegaría a deducir cosas muy asombrosas!” —Pensó en su cabeza.
—Pues debo decir que te equivocas nuevamente amigo, las nubes tienen su origen, y no, no provienen de ninguna bóveda celeste. Provienen de aquí mismos, de la tierra.
—¿¡Qué diablos!?, ¿¡Y como se supone que llegan tan alto!?
—Fácil, búscame un recipiente de metal, algo de leña y agua, y te lo mostrare.
En efecto, así fue. El padre Arnoldo no dio importancia al hecho de que Santiago y su nuevo amigo estuviesen haciendo una caldera. Pensaba que seguramente preparaban algo de comer. Nada más lejos de la realidad.
—Observa el agua mientras hierve—Dijo Kalixto.
—Solo salen burbujas.
—No te fijes en eso, mira bien, hay gas emanando de esta.
Santiago al instante noto que Kalixto nuevamente estaba en lo correcto. No solo eso, también se dio cuenta de que el gas subía hasta que se hacía imperceptible. Pudo haber buscando una respuesta en su credo. Cerrar su cabeza, o muchas otras cosas. Pero nuevamente, Santiago decidió usar la deducción. Era algo que le resultaba interesante.
—Entonces el agua se convierte en gas cuando se calienta, este sube hasta el cielo hasta llegar a una altura en la cual la temperatura la convierte nuevamente en liquida y cae a la tierra otra vez. Y…—Siguió pensando en su cabeza, maquetando todo según lo que Kalixto le había enseñado—Es el calor del sol el que se encarga de calentar el agua y convertirla en gas…
— ¡Magnifico!, ¡Has progresado mucho Santiago! —Dijo el Ángel entusiasmado.
—Kalixto, ¿cómo sabes tú tanto de estas cosas?
—Simple, porque yo amigo mío, más que un Ángel, soy un Geólogo. Estudio la tierra y su formación, y puedo asegurarte que muchas de las cosas que promulga ese libro que llamas biblia contradicen todo lo que yo con mis observaciones he descubierto. Como podrás ver, si usas la cabeza, te darás cuenta de que todo lo que ves tiene como origen alguna fuerza o suceso anterior que la causo. Al cañón lo creo la erosión del rio, al rio el deshielo de las montañas, a la nieve de estas, la creo la lluvia y esta última provino del calentamiento de mares y ríos por medio de la luz solar. ¡Hasta ahora lo que tu llamas Dios no ha entrado en nada!, ¡Y no solo eso, es algo que se aplica a todas las cosas!, cuando veas algo nuevo para ti, no te limites a decir “Es así por que así lo hizo Dios”, no amigo, si de verdad te causa curiosidad, deberías estudiar esa cosa con tus ojos y tus manos, y usar tu deducción.
Desde niño, a Santiago le habían enseñado a seguir la palabra de Dios y a nunca preguntarse el porqué de las cosas. Siempre le dijeron que todo tenía una razón dada por Dios, pero Kalixto hoy le mostraba una visión de simple “Causa y efecto”, y no podía negarla pues sería negar lo que sus ojos le mostraban. Se sentía apasionado, intrigado por esta extraña revelación de usar la observación y el pensamiento, no obstante, también comenzó a sentirse confundido y afligido. Comenzó a tener dudas sobre sí mismo y lo que le habían enseñado, y fue entonces cuando recordó una frase del padre Arnoldo. “Cuando sientas dudas sobre tu fe, es porque sencillamente Dios esta poniéndote a prueba…”
—Lo que me has enseñado tiene mucho sentido. Sin embargo, no puedo ponerlo por encima de mi credo. La biblia es el libro más viejo que existe, eso la convierte en la colección de sabiduría más grande del mundo. Tu apariencia delata que eres joven como yo Kalixto, por lo que puedo afirmar con total seguridad de que tu nivel de conocimiento no se le acerca ni a los talones a la biblia. Por tal motivo debo decirte que estas equivocado. Y a todas estas, tengo que decírtelo, ¡Alguien tuvo que haber puesto el sol en el cielo, y ese alguien es Dios!, y dudo que alguien que estudia la tierra tenga una respuesta no religiosa para la sola existencia del sol.
Kalixto no pudo negar aquello, los geólogos no estudiaban el sol. No tenía idea de cual fuese el origen del astro rey. No obstante, sabía que debía ser algo de causa y efecto, pero su mente no daba para deducir esa cosa.
—A todas estas, se supone que eres un Ángel, vienes del cielo, ¿Verdad?
—No tengo idea, lo único que recuerdo fue despertarme en ese cráter y verte a ti… No puedo recordar nada más antes de ese suceso.
— ¡Lo tengo!, ¡El duro golpe que te diste al impactar con la tierra te ha causado amnesia!, ¡Por eso no puedes recordar a Dios!, Seguramente tu debías de ser uno de los privilegiados Ángeles que pudieron observar a Dios creando la tierra y por eso eres geólogo.
Kalixto no supo que responder. Estaba atónito ante la tan ridícula conclusión a la que había llegado Santiago.
—Bueno chicos, temo informarles que… ¡Vuestra conversación a terminado! —Dijo el padre Arnoldo sorprendiendo a ambos chicos de forma amenazante. Estaba acompañado de varios guardias del monasterio—Me he tomado la libertad de escucharles hablar, y no tengo más remedio que hacer la voluntad de Cristo y castigar a los que practican la blasfemia.
Los guardias se abalanzaron contra Kalixto y le sujetaron fuertemente.
— ¡Suéltenme! —Les grito.
Usando una de sus espadas, un guardia corto la túnica del Ángel revelando así sus plumíferas alas.
—Lo que me temía. Santiago, este chico es un Ángel que se ha rebelado contra Dios, está destinado a convertirse en un demonio. No hagas caso de nada de lo que te haga dicho o te expondrás a Satanás—Volteo la mirada hacia Kalixto y le miro con repugnancia—Los seres como tú, deben ser exterminados cuanto antes, ¡Llévenselo y ejecútenlo!
Los soldados obedecieron, y en cuestión de segundos solo quedaron Santiago y el padre Arnoldo en lugar.
—Recuerda muy bien mi querido Santiago, lo que nuestra fe promueve es algo que todos aceptamos, no pretendas ir en contra de los demás, ya que la única y autentica verdad es aquella idea que es movida por la mayoría o la totalidad de la población. Todo lo que tenemos existe gracias a Cristo. Nunca, jamás caigas ante la tentación de Satanás, o te expondrás al fuego, mi niño.
El joven no sabía que decir ante ello. Si bien sabía los motivos por los cuales la iglesia quemaba a los blasfemos, no podía evitar pensar en Amy. Ahora Kalixto sufriría el mismo destino que ella. Trato de seguir con su vida de creyente normal, pero las enseñanzas de Kalixto estaban grabadas a fuego en su memoria, además, las palabras de la chica que amo resonaban en su cabeza. “Si deseas saber el motivo de mis penas... Si deseas saber la verdad... Y ver la luz... Tienes que hacerle caso a esa pasión que se que aun duerme en tu interior...”
El sentía esa chispa. Esa extraña necesidad de saber cómo funcionaban las cosas, y por mucho que lo que Kalixto le dijese contradijese lo que estaba en la biblia, bien cierto era que estos puntos de vista les parecían mucho más fascinantes. Todo esto a la larga le generaba confusión, pues no podía dejar de dudar acerca de lo que creía. Pensaba que si seguía así terminaría en el infierno y esto le atormentaba mucho.
Para apaciguar todo pensamiento de duda, se propuso leerse por completo toda la biblia. Seguramente así hallaría las respuestas.
Pero de todas las posibles, el solo quería una sola…
“¿Por qué mi amor?, ¿Por qué decidiste ir en contra de Dios?, Desearía poder tenerte a mi lado y así poderte besar otra vez…”
Continuara...