Hace mucho tiempo en las estepas de Asia había gran cantidad de cánidos, en los que destacaban los lobos, los hiénidos y los vulpinos...
Yo, era un lobo tibetano que intentaba tener una vida normal, solía cazar para sobrevivir aunque había algo que me faltaba, y era un amigo en el que confiar de verdad, con el que aullar frente a la poderosa Luna...
Un día, tras recorrer un largo camino, había una especie de poblado con cánidos varios, yo no sabía muy bien como relacionarme con la gente y aunque pude conseguir varias personas que podría considerar amigos, conocí a alguien que ¿protagonizaría? esta historia...
Ella, era una vulpina corsac, similar le pasaba a mi, antaño la soledad le recorría por cada vena de su cuerpo, parecía que ahora no, tenía muchos amigos, en especial hiénidos y bueno, era alguien simpática así que como hacía con otros amigos, corría por las estepas y cazábamos pequeños animales.
Los días trascurrían y trascurrían, algunos amigos dejaron de ser amigos por el simple hecho de no haber hablado mucho más con ellos, y al parecer amigos con los que segur el contacto a penas eran 2 o 3, entre ellas la corsac, todo siguió progresando adecuadamente, como la historia trata de precisamente la corsac, nos olvidaremos de los demás.
Cada vez hablaba más con la corsac, ella me enseñaba muchos lugares nuevos y me contaba algún que otro secreto y además de algo que no tardaría en descubrir, y es que todas esos hiénidos que querían ''juguetear'' con ella, tan solo buscaban el amor en ésta...
Bueno, al principio la corsac y yo, sobre todo yo, solía liar a los hiénidos más superficiales y soberbios, para luego desatar carcajadas. Lo tomaba como un juego, como otros que hacíamos, me acuerdo cuando nos ibamos a los poblados humanos a asustarlos, a pesar de ello, aún quedaban muchas lunas que aullar, muchos huesos que roer, muchos secretos que compartir...
Tras meses y mees de momentos inolvidables, la corsac tuvo que partir por razones personales a otro lugar para no volver dentro de unos meses, al marcharse pronto iba a descubrir lo que sentía por ella... de hecho, a un amigo que en ese momento no era un hiénido se lo conté...
Ella regresó, y se lo confesé todo, ella me dijo unas palabras y todo se resume a la palabra tiempo, que algunos amigos traducían como un rechazo amable sin sentimientos heridos. Desde ese día simplemente actué como un amigo normal hasta que... un amigo mío, que también era amigo de la corsac, intentó separarnos con juegos sucio, por que como todos los hiénidos, el quería hacerse con el amor de la corsac y a mi me debió ver como un rival, supongo...
Desde ese momento, comprendí sus palabras iniciales, la soledad, todo, desde ese momento que mi corazón estuvo sangrando por el dolor de ella... ahí es cuando empecé a comprender algo del paronama...
La corsac y yo, intentando olvidarnos de esto, seguimos con lo de siempre, roer huesos, cazar, etc. Aunque yo notaba algo, en mi cabeza empezó a resonar sus primeras palabras, las palabras que hacían referencia a una soledad que en ese momento ignoraba y es que tras una recopilación de pruebas y hablando con gente de su entorno (familiares, etc.) descubrí que ella se sentía sola, cuando llegó a estas tierras tan solo buscaba amigos, pero no pensaba que la gente solo la iba a querer para el amor, noviazgo.
¡Era algo injusto! en sus tierras natales mucha gente se metía con ella por su personalidad propia y carácter explosivo, y ahora que había venido para conseguir algo que posteriormente se hubiese convertido en utópico, amigos, simplemente amigos, amigos con los que recorrer las estepas de Asia.
Yo me empecé a sentir mal, aunque cuando me enamoré ya nos conocíamos medianamente bien y no me sentía como un hiénido, que se enamoraban de ella a primera vista, por la escasez de hembras como ella, sino como una corsac que tras conocerla, me hiciese despertar un sentimiento que podría denominar ''amor''.
Eso es lo que me decía a mi mismo, pero por otra parte, ella en realidad no quería a nadie como novio, tan solo quería amigos y yo, quizás uno de los pocos que no la quería como si fuese un objeto, la hubiese traicionado y quizás me hubiese convertido en algo similar a los rastreros hiénidos.
Pero estaba convencido de que era algo más que un capricho, era quizás amor de verdad, así que dejé el tema hasta que un día...
Un día me encontré con su madre, que estaba explicando la situación de su hija, que no todos los hombres se tendrían que enamorar de ella, verdaderas palabras, no debería ser así, ella solo buscaba un compañero, un amigo...
Esas palabras me hicieron volver a pensar en todo, por eso aquí en mi cueva estoy narrándote esto, amigo león.
Estoy seguro de que ella no quiere nada, y aunque sea uno de los pocos que sé algunos de sus secretos, que vamos a lugares que con los hiénidos no iría y demás, quizás solo quiere o quiera pensar en que solo seamos muy buenos amigos, vuelvo a repetirte, león, que no quiero ser egoísta y quiero pensar en ella al contrario de los hiénidos, estoy seguro que le molesta lo que siento por ella. Estoy seguro de que muchas veces se intenta autoconvencer de que los hiénidos son simples cliché a los que manipular y yo soy un amigo con el que pasear, pero que la realidad dicte su situación de soledad y en la situación de que yo, uno de sus pocos amigos, ahora, ''sea uno más''.
¿Y si siempre he sido un hiénido? ¿y si ahora para ella soy un hiénido y ha pensado en la oscuridad de la situación? ¿y si en realidad no la amase y fuese simplemente un ''capricho'' al estar siempre en la soledad? ¿y si solo pensando en ella desde el amor de mi corazón, solo le esté haciendo daño?
León, he tomado una situación, mi amor por ella es tan puro que pensar en ella y no solo en mi me resulta imposible, lo mejor para ella es tener amigos de verdad, pero no puedo decirle simplemente que ya no la amo, y por el resto de los años emular mi deseo único de amar, por eso, me debo marchar y olvidar, en estas tierras tampoco hago nada y con mis otros amigos algún día podría por otros métodos, hablar.
Pero, ella, aunque quizás no sienta amor por mi, sí que debe sentir amistad, sino al declararle mis sentimientos, por mucha utopçia que intentase crear, nunca me llevaría a la lejana selva, ni me contaría cosas importantes, importantes de verdad, de hecho me esquivaría en algunas cosas, eso significa que le importo, le importo de verdad, y si me marcho, le haré daño y eso es lo que no deseo.
¿Qué hago, León? si sigo con ella, sé que sufriré, pero si me voy, ella sufrirá, aunque solo por mi despedida, quizás después de meses a la fuerza se tenga que olvidar pero no será más daño que el que provocaría con mi desequilibrio sentimental.
Sentimientos a parte, ante todo soy su amigo, pero mi corazón involuntariamente gracias a la jodida flecha de Kupido, me hace sentir mal el estar a su lado, saber que es imposible desenamorarse, saber que es imposible que seamos novios por ende inútil mi sentimiento y saber que por culpa de la flecha de un angelito me siento tan rastrero como un hiénido cualquiera.
Sería fácil decirle a la corsac que me he desenamorado de ella, quizás la haría muy feliz, pero estaría mintiendo y creo que no se puede dar lugar a una gran amistad, formada por una mentira... además, cada día sería un sufrir para mi, mi corazón, y el haberla engañado...
León, te vuelvo a repetir, ¿Qué hago? lo mejor sería partir a otro lugar, pero echaría de menos su sonrisa, nuestra amistad aunque fuese, le haría sufrir aunque solo fuese momentaneamente a ella, ya que he sido un buen amigo para ella, cosa que estará siempre retenido en la memoria de ambos...
¿León, que hago?