Capítulo 6
El consejo supremo parecía muy disgustado con el ángel portador de las funestas noticias, éste permanecía arrodillado con la cabeza gacha a la espera de que sus superiores le diesen permiso para proceder con las nuevas que traía, aunque ellos ya las conocían. Auxiel, el dios supremo estaba enfurecido por la poca eficacia de sus soldados, estaba de pie caminando de un lado para otro por delante de los tronos de piedra volcánica en los que se sentaban sus compañeros del consejo mientras que ellos lo miraban con el rostro impasible. El ángel inferior sudaba cada vez más y un calambre comenzaba a extenderse por su pierna debido a la mala postura, pero levantarse sin permiso en aquél momento podría ser un error fatal.
—Habla —se limitó a decirle.
Auxiel continuaba dando vueltas por la estancia. El ángel se levantó del suelo sin saber muy bien hacia dónde debía mirar ¿por qué le habían mandado a él a cumplir con ese cometido? Debió ser Harry, uno de los dos generales del ejército, quien se presentase para rendir cuentas ante el consejo. Se armó de valor, respiró profundamente y se dispuso a hablar.
—Señor, el enemigo avanza a un ritmo considerable y la brigada de rastreo que enviamos no ha dado con él todavía…—el dios supremo hizo un gesto cortante con la mano y le obligó a detenerse.
— ¿Cómo es posible que tras dos meses no hayáis hecho ningún avance? Me desesperáis… depositamos nuestra confianza en vosotros y nos lo habeis pagado de este modo. Ya hemos oído suficiente.
Un miembro del consejo; un hombre algo rudo que debía medir cerca de los dos metros de altura, de mandíbula cuadrada y prominente; vestido con una túnica que dejaba al descubierto su pecho lleno de cicatrices de batalla, se levantó de su asiento y se dirigió hacia Auxiel tomándolo por los hombros en un gesto tranquilizador. Era el predecesor del actual Supremo, Tesela, apodado por sus congéneres “El Señor de las nubes” por su técnica de combate aérea, que sin duda, fue decisiva para el bando de los seres eternos —forma por la que se llamaban a sí mismos para distinguirse de los Otros—. Obviamente por la maldición que pesaba sobre todos los dioses Supremos y los miembros del consejo que les impedía salir de la bóveda celeste Tesela no participó en ninguna de estas batallas, pero fue sin duda un gran estratega y nadie se atrevía a desmentirlo.
—No os habeis percatado todavía de la importancia que tiene el encontrar cuanto antes la brigada del bando luminoso que está causando tantos estragos —dijo dirigiendo su mirada hacia el pobre ángel que cáda vez se sentía más y más pequeño—. La seguridad de todos los humanos que pueblan las bajas tierras está en nuestras manos ya que ellos no tienen constancia de lo que ocurre a su alrededor ni poder para impedirlo.
Entonces el quinto ángel que componía el consejo se dispuso a tomar parte en la conversación. Éste era Gragnor, el sucesor de la Madre de Hombres. Pero Gragnor no se llevaba nada bien con Cahalise a pesar de haber sido elegido por ella para sucederle en el trono, por lo que se alegraba de no sentarse a su lado en el consejo. En todos los lugares existe una oveja negra y en este caso la oveja era él —una oveja tan negra como sus ojos tenebrosos y vacíos que para concluir con su aspecto intimidante, uno ellos estaba atravesado en diagonal por una blanca y enorme cicatriz—ya que durante los dos siglos que compusieron su reinado se comportó como un verdadero tirano. Sus leyes draconianas no fueron olvidadas tras el paso del tiempo, Gragnor era sin duda autoritario y déspota, nunca tomó en cuenta a los miembros del consejo y su derramamiento de sangre parecía no tener fin. Ha pasado a la historia como “Gragnor El Gentil”, título impuesto por sí mismo para lavar su nombre y que no corresponde para nada con la realidad.
—Hermanos— dijo moviendo las manos con lentitud y parsimonia—.Tantos soldados inútiles son totalmente innecesarios, yo voto por darles una lección que sirva para amedrentar al resto de ángeles. No podemos consentir que piensen que están dirigidos por un consejo débil…— fue acallado por la mirada fulminante de Auxiel.
La tensión era más que palpable, tanto que podría cortarse en rodajas con un cuchillo. La penetrante mirada de Auxiel era cuanto menos singular y tenía la habilidad de enmudecer a los demás con solo posarla sobre ellos. Poseía un ojo marrón mientras que el otro era de un intenso amarillo que contrastaba demasiado con sus rizos negros y su piel morena. Apodado “El ojo de Águila” por su buena vista para aprovechar las oportunidades, no pudo ser una opción mejor para sustituir a Tesela en el trono. Debido a su defecto en la vista algunos de los dioses inferiores lo apodaban “El Águila Tuerta”… cosa que por supuesto nadie se atrevería jamás a mencionar en su presencia por miedo a una represalia.
Y tras dedicarle una gran sonrisa y asentir con la cabeza se puso en pie e hizo una reverencia dirigida a los miembros restantes del consejo supremo tras la cual se marchó dando largos pero lentos pasos. Nada más salir por la puerta hacia las escalinatas que daban al exterior, la sala volvió a su temperatura habitual, y varios de los anteriores supremos dejaron escapar suspiros de alivio. El ángel que se encontraba todavía de pie en la estancia estaba perplejo por el trato que Auxiel le había dado, y más por el cariño de las palabras de ella, ya que no era solo el nombre lo único helado en ella, su personalidad era lo más frío de todo. ¿Cómo podría ella hacerse cargo de la situación si Harry no había conseguido nada en dos meses de rastreo? ¿En qué estaría pensando?
—Retírate— dijo Auxiel sin siquiera mirarle, y el dios menor hizo una rápida reverencia antes de salir de la sala como alma que lleva el diablo.
El consejo supremo parecía muy disgustado con el ángel portador de las funestas noticias, éste permanecía arrodillado con la cabeza gacha a la espera de que sus superiores le diesen permiso para proceder con las nuevas que traía, aunque ellos ya las conocían. Auxiel, el dios supremo estaba enfurecido por la poca eficacia de sus soldados, estaba de pie caminando de un lado para otro por delante de los tronos de piedra volcánica en los que se sentaban sus compañeros del consejo mientras que ellos lo miraban con el rostro impasible. El ángel inferior sudaba cada vez más y un calambre comenzaba a extenderse por su pierna debido a la mala postura, pero levantarse sin permiso en aquél momento podría ser un error fatal.
—Habla —se limitó a decirle.
Auxiel continuaba dando vueltas por la estancia. El ángel se levantó del suelo sin saber muy bien hacia dónde debía mirar ¿por qué le habían mandado a él a cumplir con ese cometido? Debió ser Harry, uno de los dos generales del ejército, quien se presentase para rendir cuentas ante el consejo. Se armó de valor, respiró profundamente y se dispuso a hablar.
—Señor, el enemigo avanza a un ritmo considerable y la brigada de rastreo que enviamos no ha dado con él todavía…—el dios supremo hizo un gesto cortante con la mano y le obligó a detenerse.
— ¿Cómo es posible que tras dos meses no hayáis hecho ningún avance? Me desesperáis… depositamos nuestra confianza en vosotros y nos lo habeis pagado de este modo. Ya hemos oído suficiente.
Un miembro del consejo; un hombre algo rudo que debía medir cerca de los dos metros de altura, de mandíbula cuadrada y prominente; vestido con una túnica que dejaba al descubierto su pecho lleno de cicatrices de batalla, se levantó de su asiento y se dirigió hacia Auxiel tomándolo por los hombros en un gesto tranquilizador. Era el predecesor del actual Supremo, Tesela, apodado por sus congéneres “El Señor de las nubes” por su técnica de combate aérea, que sin duda, fue decisiva para el bando de los seres eternos —forma por la que se llamaban a sí mismos para distinguirse de los Otros—. Obviamente por la maldición que pesaba sobre todos los dioses Supremos y los miembros del consejo que les impedía salir de la bóveda celeste Tesela no participó en ninguna de estas batallas, pero fue sin duda un gran estratega y nadie se atrevía a desmentirlo.
—No os habeis percatado todavía de la importancia que tiene el encontrar cuanto antes la brigada del bando luminoso que está causando tantos estragos —dijo dirigiendo su mirada hacia el pobre ángel que cáda vez se sentía más y más pequeño—. La seguridad de todos los humanos que pueblan las bajas tierras está en nuestras manos ya que ellos no tienen constancia de lo que ocurre a su alrededor ni poder para impedirlo.
Entonces el quinto ángel que componía el consejo se dispuso a tomar parte en la conversación. Éste era Gragnor, el sucesor de la Madre de Hombres. Pero Gragnor no se llevaba nada bien con Cahalise a pesar de haber sido elegido por ella para sucederle en el trono, por lo que se alegraba de no sentarse a su lado en el consejo. En todos los lugares existe una oveja negra y en este caso la oveja era él —una oveja tan negra como sus ojos tenebrosos y vacíos que para concluir con su aspecto intimidante, uno ellos estaba atravesado en diagonal por una blanca y enorme cicatriz—ya que durante los dos siglos que compusieron su reinado se comportó como un verdadero tirano. Sus leyes draconianas no fueron olvidadas tras el paso del tiempo, Gragnor era sin duda autoritario y déspota, nunca tomó en cuenta a los miembros del consejo y su derramamiento de sangre parecía no tener fin. Ha pasado a la historia como “Gragnor El Gentil”, título impuesto por sí mismo para lavar su nombre y que no corresponde para nada con la realidad.
—Hermanos— dijo moviendo las manos con lentitud y parsimonia—.Tantos soldados inútiles son totalmente innecesarios, yo voto por darles una lección que sirva para amedrentar al resto de ángeles. No podemos consentir que piensen que están dirigidos por un consejo débil…— fue acallado por la mirada fulminante de Auxiel.
La tensión era más que palpable, tanto que podría cortarse en rodajas con un cuchillo. La penetrante mirada de Auxiel era cuanto menos singular y tenía la habilidad de enmudecer a los demás con solo posarla sobre ellos. Poseía un ojo marrón mientras que el otro era de un intenso amarillo que contrastaba demasiado con sus rizos negros y su piel morena. Apodado “El ojo de Águila” por su buena vista para aprovechar las oportunidades, no pudo ser una opción mejor para sustituir a Tesela en el trono. Debido a su defecto en la vista algunos de los dioses inferiores lo apodaban “El Águila Tuerta”… cosa que por supuesto nadie se atrevería jamás a mencionar en su presencia por miedo a una represalia.
Y tras dedicarle una gran sonrisa y asentir con la cabeza se puso en pie e hizo una reverencia dirigida a los miembros restantes del consejo supremo tras la cual se marchó dando largos pero lentos pasos. Nada más salir por la puerta hacia las escalinatas que daban al exterior, la sala volvió a su temperatura habitual, y varios de los anteriores supremos dejaron escapar suspiros de alivio. El ángel que se encontraba todavía de pie en la estancia estaba perplejo por el trato que Auxiel le había dado, y más por el cariño de las palabras de ella, ya que no era solo el nombre lo único helado en ella, su personalidad era lo más frío de todo. ¿Cómo podría ella hacerse cargo de la situación si Harry no había conseguido nada en dos meses de rastreo? ¿En qué estaría pensando?
—Retírate— dijo Auxiel sin siquiera mirarle, y el dios menor hizo una rápida reverencia antes de salir de la sala como alma que lleva el diablo.