.Autor: Death Cam/Volavérunt/Death/Cam (Yo, ¿ha quedado claro? D: )
.Capitulos: 1
.Persona Gramatical: 1º persona.
.Agradecimientos: H.P. Lovecraft, pues está basado en relato suyo, y todos los escritores que existan y hayan existido por crear mundos que permiten escapar de la a veces cruel realidad que nos rodea.
Esta historia se basa en el relato de Howard Phillips Lovecraft, conocido como "El Modelo de Pickman", donde Thurber, el protagonista, cuenta sobre la maravillosa técnica hiperrealista que Pickman, un pintor que fue marginado por sus macabras escenas, dominaba, y su visita al estudio del pintor, donde observó las más perturbadoras pinturas.
Mi relato, por su parte, es contada desde la vista de un personaje ajeno a los nombrados antes, y tiene lugar antes que los hechos de El Modelo de Pickman.
Sin más, les dejo el relato.
Recuerdas a Pickman, ¿verdad? Richard Upton Pickman, el artista más grande que haya conocido jamás Boston; el científico de la pintura que nadie podrá jamás igualar; el pintor marginado por sus horrendas escenas plasmadas de forma casi antinatural. Parecía que le entregara vida a las criaturas que pintaba, tal como hizo Dios con Adán y Eva.
Seguro has oído hablar de las condiciones de su desaparición. Probablemente también hayas oído hablar a Thurber sobre él, pero te digo que jamás oirás cosas sobre Pickman como las que yo te contaré.
Conocí a Pickman en un viejo bar poco concurrido, donde algunas veces artistas como Pickman se reunían a charlar, poco antes de que expusiera al público general su ya conocido y morboso Gul alimentándose. Se puede decir que fui el primero en verlo y asombrarme con su maravilloso acabado y logrado realismo. La técnica que usaba lograba transmitir todo el horror que provocaría esa terrible escena en un cementerio real, con monstruos reales, y ese increíble realismo fue lo que me llevo a establecer relaciones con él.
¿Quieres saber de dónde Pickman sacaba ideas para plasmarlas en los lienzos? Por favor, no me presiones, recordar lo que he vivido es algo duro, y si te lo estoy contando, es porque confío en ti y necesito hablar con alguien.
Pickman estaba enterado del interés que tenía por ese entonces hacia las artes blasfemas y mis lecturas de demenciales libros como el Necronomicón y el Libro de Eibon, y al parecer por eso me invitó visitar la casa que había alquilado en North End, que él usaba como estudio.
Me condujo hacia una casa antigua y tan destartalada, que parecía que nadie hubiera puesto un pie en ella. Solamente la idea de entrar lograba que se me helaran los huesos, pero de verdad quería ver los cuadros de Pickman. Si hubiera sabido lo que en verdad quería mostrarme, no hubiera entrado jamás.
Tan solo a la entra ya habían numerosos cuadros mostrando grotescas escenas. Al parecer allí dejaba sus trabajos finalizados, y también los menos perturbadores. Y más que claro queda que en aquella ocasión, observé solo la mitad de los cuadros que habrá visto Thurber.
Luego bajamos hacia el sótano. Me invitó a avanzar hacia una abertura en el suelo, probablemente un antiguo pozo, que se encontraba no muy lejos de las escaleras, cerca de algunos lienzos a medio pintar. Un terrible hedor salía de la abertura, quizás señalando la antigüedad y la morbosidad de lo que se encontraba debajo, quizá intentando advertir que guardaba secretos que yo no debía ver. Con un gesto de la mano Pickman me invitó a bajar las escaleras, y cuanto más avanzábamos por entre la oscuridad que se extendía ante nuestros ojos, ancestrales eones de existencia se empezaban a revelar a mi mente. Cuando llegamos a lo más profundo, el hedor de había acentuado, pero me empezaba a acostumbrar. Ahora estábamos en una gran habitación de piedra, iluminada por el danzante fuego de antorchas colgadas en las paredes. Y acá vino el primer horror: un gran pedazo de carne descompuesta había aparecido bajo la lúgubre luz de las antorchas, y a su alrededor lo que alguna vez había sido un charco de sangre. Parecía haber sido destrozada por garras del averno, y devorada por infernales colmillos de maldad.
Me hizo avanzar por un estrecho pasillo, en el cual de vez en cuando aparecían corroídos huesos, algunos con restos de carne y otros ya casi desintegrados en aquel frío y hediondo lugar. Llegamos a una pequeña habitación, en la que había una puerta de madera, cerrada con pestillos, cadenas y candados, varios de los cuales tenían manchas de sangre.
-Debo advertirte –Había dicho Pickman- que estarás a punto de contemplar horrores tan grandes que podrían poner en peligro tu cordura. No me gustaría ser el responsable de tu locura, si es que no fueras lo suficientemente fuerte. Los huesos y la carne que has visto no te dan ni siquiera una pequeña noción de lo que hay detrás de esta puerta.
Ignoré su advertencia e insistí en seguir. Quizá no debí haberlo hecho, pero al menos conservo mi cordura, o una gran parte de ella. Pickman retiró las cadenas y abrió los candados y pestillos. Cuando abrió la puerta, un olor a muerte y decadencia salió a recibirnos. ¡Oh, Dios! Docenas, si no es que cientos de cadáveres estaban siendo mutilados y devorados por horribles criaturas demoníacas, casi caninas, de unos terribles ojos rojos, iluminados por la furia del fuego infernal,
-No hagas nada que pueda provocarlos. No te acerques mucho ni sientas miedo. Ellos lo sabrán, y podrían ansiar tenerte entre sus garras.
¡Que no sintiera miedo! ¡Válgame Dios! ¡A pesar de todos los cadáveres que estaban siendo devorados por esas malditas bestias, parecían estar ansiosos de sangre y carne fresca!
Pickman me condujo por algunos pasillos, rodeando a las criaturas (si es que merecen ser llamadas tan solo criaturas), que parecían respetarle y odiarle a la vez, pero bueno, ¿es qué monstruos como esos pueden hacer otra cosa que odiar? Dan y reciben odio, viven de la muerte. Las bestias necrófagas veían como avanzábamos, intentando encontrar el punto en que quedaran fuera de la vista de Pickman, que les vigilaba de reojo, para poder obtener una presa fácil (a mí), y si tenían suerte, llevarse a Pickman con ellos. Ellos le dieron su inspiración y su fama (aunque no haya sido de la buena), él debía ahora entregarle su vida, aunque al parecer les pagaba realizando el trabajo impío de exhumar cadáveres y entregárselos.
Antes de que llegáramos al verdadero objetivo de Pickman, pude sentir una pesada respiración detrás de mí. La muerta se balanceaba a mis espaldas, en un vaivén descontrolado y deprimido. Aire caliente llegó a mi cuello. La bestia abría sus fauces. ¡Ese era el fin, Dios mío…! ¡Bang, bang! Dos pasaron muy cerca de mi cara, llegando al hocico del demonio y a su garganta, salpicando un asqueroso y semi-viscoso líquido negro sobre mí. Pickman había logrado ser lo suficientemente rápido como para sacar su revólver y dispararle al demonio, antes de que lograra tenerme dentro de sus fauces. El monstruo seguía vivo, pero se tambaleaba debilitado, sin fuerzas para intentar atacar de nuevo. Estoy casi seguro que eso evitó que los demás se lanzaran hacia nosotros. Solamente un hombre y un revólver eran capaces de mantener a raya a una legión de
necrófagos. Luego Richard me facilitó un pañuelo para limpiarme, mientras guardaba su revólver.
Un terror aún más grande al que me había enfrentado allí me asaltaría cuando llegamos a una nueva puerta, esta vez hecha de acero, y mucho más protegida que la primera. No sé qué estaba haciendo ahí, después de todo lo que había vivido. Ni si quiera debí haber visto a esas malditas bestias, pero una maligna fuerza ajena a mi voluntad no me dejaba partir. No tengo ni la más mínima idea de cómo no caí en la locura después de todo aquello. A pesar de todo, Pickman parecía estar tranquilo, aún teniendo a malignas criaturas como esas asechándolo en su estudio, y a un monstruo todavía más terrible detrás de esa protegida puerta. Retiró todos los seguros, y al hacerlo, una respiración demoníaca se dejó sentir del otro lado. Malignas vibraciones se esparcieron por toda la habitación, quizá por toda la casa. Pickman sacó de su bolsillo una cámara fotográfica, y la preparó para fotografiar algo. ¡Debí haberme ido corriendo, sin importar si aquellas bestias del inframundo me seguían, tendría que haber salido!
Pickman abrió la puerta de la muerte y la decadencia. Un “click”. Un grito. Pérdida de consciencia.
Cuando desperté, me encontraba en una cama, lejos de aquel estudio maldito de Pickman, quien se encontraba junto a mí. Mis ropas ya no se encontraban manchada con la sustancia que había salido del necrófago, pareciera que me hubieran cambiado ropa, o bien las hubieran lavado. Mis recuerdos eran nebulosos. Solo sabía que una horrible criatura, muy parecida a los demonios necrófagos que había visto antes, pero mucho más grande, e infinitamente más macabra, se encontraba detrás de una puerta de acero en el estudio de Richard. Al parecer mi grito (al igual que como ocurriría luego con Thurber) llamó la atención de los monstruos, que empezaron a arremolinarse alrededor de nosotros. Pickman rápidamente había cerrado la puerta de acero y la había asegurado de nuevo, para sacar nuevamente su revólver y dispararle a los demonios. Recuerdo que cada vez que recibían una bala, el espantoso líquido negro salía otra vez de sus malignos cuerpos, y retrocedían, para prepararse a un nuevo intento de ataque (ya que si dos balas en el lugar apropiado podían debilitarlas mucho, solo una tirada al azar no podía detenerlos mucho tiempo). Pickman logró tenerlos a raya y salimos de allí, pero no logró cerrar la primera puerta que habíamos cruzado. Cuando al fin volvimos al sótano del estudio, creo recordar que colocó un disco de madera sobre el pozo, probablemente para que las bestias no pudieran subir, ahora que la puerta que los separaba del aire fresco estaba ahora abierto.
A pesar de todo mi salud mental se encuentra estable, aunque cada vez que pienso en lo ocurrido y presto atención en los detalles que no me he atrevido a contarte, siento como la locura vuelve e intenta apoderarse de mí, y por eso intento no hablar de esto, pero a veces es necesario desahogarse, ¿sabes?
Oh, claro, quieres saber cómo es que en el estudio de Pickman habitaban esas horrendas criaturas… Espera, ¿he dicho habitaban? Creo que aún hoy habitan esas bestias allí… En fin, te interesa saber cómo llegaron allí. No estoy seguro de que deba contártelo. Está bien, no insistas, supongo tendré que decírtelo.
¿En serio quieres saber? Disculpa que te lo pregunte tanto, pero es que es terrible… Como quieras. Te lo diré. Pero si después no puedes pensar en Pickman ni en sus pinturas sin estremecerte y ni que sin el terror se apodere de ti, no me culpes a mí, pues te lo advertí.
La casa que Richard usaba como estudio estaba construida sobre aquel lugar donde murieron cientos de personas durante los juicios por brujería. La energía maligna que irradiaron los inquisidores durante ese período, y todos los sentimientos negativos de los ejecutados, se fueron acumulando en ese lugar. Pasada ya la época de la brujería, se construyó la casa, la cual poco tiempo después fue abandonado luego de que algunos de sus habitantes enloquecieran y afirmaran haber visto a extrañas criaturas humanoides, con rasgos caninos, que salían de noche y regresaban casi al amanecer, con su botín de carne. Pickman sabía de todo eso, y por esa razón la alquiló. Le hizo algunas modificaciones (como las cámaras de piedra) para poder pintar a los necrófagos sin que éstos le causaran algún mal. Él solo debía encargarse de alimentarlos, y de vez en cuando los “pastoreaba” y sacaba sus fotos para luego plasmar las escenas en lienzos. Eso es en lo que respecta a los demonios estándar. Si en verdad un necrófago colosal está detrás de esa puerta de acero (si es que no fue producto de mi imaginación, alterada por la presencia de demonios devora-cadáveres), no tengo ni la más mínima idea de cómo llegó allí, así que no me lo preguntes.
¿Qué ocurrió con Pickman? Probablemente los necrófagos se lo llevaron, vengándose por haberlos encerrado. La verdad no quiero saber dónde se fue, y solo espero que esté bien.
¿Dudas de mí? Bueno, entonces acompáñame a la vieja casa de North End, al maldito estudio de Pickman, y bajemos por el pozo. Eso sí, deberemos llevar varias armas, si es que no te quieres convertir en un ser necrófago… Como yo.
De más está decir que mi relato no se compara a ninguno escrito por Lovecraft ni otros maestros de la literatura, pero no está demás practicar
Espero críticas argumentadas y no del tipo "me gustó, muy bonito" o "no, muy feo, no me gustó nada".
Saludos.