Esta noche, en los oscuros cielos de [ciudad] apareció una luz, una luz muy brillante.
Muchos habitantes salieron de sus hogares para ver qué era. Ese rayo potente de luz parecía que no cesaría nunca. Tan potente que empezó a formar calor, y luego fuego: mucho fuego.
El incendio se esparció por toda la ciudad, quemando todo lo que estaba a su paso; desde humildes casuchas hasta centros pokémon y departamentos.
Todo era un caos, la gente corría por las calles intentando rescatar todos sus bienes, otros escapando, y otros gritando de dolor siendo quemados vivos.
Tú y tu madre escaparon lo antes posible de la ciudad, corrieron desesperadamente hacia el cerro y ahí se quedaron: observando cómo el fuego consumía la ciudad en la que vivíeron y disfrutaron toda su vida. Cuando ya todo estaba consumido, y no quedaba más por quemar, tú y tu madre se pusieron a dormir bajo la luz de la luna... y bajo esa luz que todavía existía en el cielo, aunque brillaba con más debilidad.
Tú no podías dormir, así que te levantaste y observaste por largo rato esa luz, que parecía estar a punto de apagarse. En el momento que se apagó surgió del cielo un gran pokémon: Arceus. Aterrizó en la ciudad y siguió por la ruta, caminando lentamente.
Por todo lo que había pasado, no te sorprendió en nada. Poco te importaba... Hasta que a tu lado se sentó un Aipom que había estado en los árboles, ambos se observaron fijamente y miraron la extinta ciudad hasta la llegada del sol por la mañana...