Author Id: 12932 Author Name: Doctor Juanjo Post Content: 2. NEGLIGENCIA NACIONALSOCIALISTA -¡Coronel! -gritó el general Karl Dönitz con impecable acento militar - ¡Suspenda los bombardeos inmediatamente! -¡Señor! -exclamó el confundido coronel Alarik Burk- ¿En serio? -Es indispensable para nuestros planes -respondió el impasible general. -¡Pero nos condenará a todos! -exclamó el coronel- ¿Qué sentido tendrá ahora? -Lo tendremos controlado -respondió el general. He hablado con el coronel Meyer y hemos concordado que podremos negociar con la bestia. -¡La bestia! -exclamó Alarik Burk- ¿Pero Odell Meyer se ha vuelto loco? -No -respondió el general- Lo que plantea es la solución a todos nuestros problemas. ¡Con Glamio de nuestro lado tendremos todo lo que hemos soñado! ¡Incluyendo nuestro proyecto s... -¡Pelotón! -gritó el coronel Meyer a muchos kilometros de donde se encontraban reunidos el coronel Burk y el general Dönitz. El pelotón de soldados Nazis dio un paso adelante. Tal y como eran entrenados cada semana. -¡Presenten armas! -gritó mientras observaba al desgraciado cydoniano que miraba aterrado el patio del campo. Su vida pasaba bastante rápido y una gota de sudor caía sobre su frente. Miró a su lado y vio que junto a él se encontraba su Luxio, quien lo había acompañado desde que era niño. Entre sus vendajes que tapaban su boca exclamó algo que el Pokémon entendió perfectamente. -¡No estás atado!, puedes irte. ¡Vete! Aunque el Pokémon entendía perfectamente que podría haber huido y que los soldados lo dejarían ir. Este se quedó tranquilamente al lado de su entrenador y con sus ojos cerrados esperaba también la triste muerte. -¡Apunten! -gritó el coronel Meyer y una sonrisa se dibujó en su rostro- ¡Fuego! Las balas atravesaron la piel del hombre y de su Pokémon, y gotas de sangre manchaban el suelo que durante siglos había sido testigo de innumerables ejecuciones. Con el silencio luego de la lluvia de balas la vida de aquellos dos seres fue arrancada y ahora el coronel ordenaba a un par de sus soldados que se llevaran los cuerpo a la fosa común en la entrada del bosque. Luego se adentró a su oficina y leyó el expediente del hombre que sus soldados habían acabado de ejecutar: Su nombre era Alfred Gauss, un joven científico que había sido sorprendido rondando cerca del bosque de Pueblo Tadeo cuando llegaba de un viaje desde Artrópolis tomando el atajo del bosque. Era muy sabido que aquel paso desde hace 70 años había sido peligro inminente de toparse con el ejercito Nazi, quien vigilaba celosamente todo el lugar y haciendo el magnetotren que comunicaba Pueblo Tadeo con Pueblo Delos la única manera segura de viajar en esa región. Meyer sonrió mientras veía como su cuerpo era recogido con todo el respeto que debía tener un muerto. Hizo una mueca al ver el Pokémon muerto, no le gustaba matar Pokémon, pero aveces las políticas obediencia que tenía hacia su partido y el amor a su bandera estaba por encima de los principios. Se limpió un poco su bigote y su patillas que llegaban hasta su mentón de un extravagante estilizado y observó la máquina de luz negra que había justo al lado de su oficina. Por órdenes del general Dönitz, Meyer era el encargado del campo de concentración y también de los interrogatorios, y era lo que más adoraba de su trabajo. Volvió a observar la máquina, esa belleza había arrancado la mayor muestra de miedo hasta de la persona más flemática y valiente. Una máquina que literalmente licuaba el cerebro. Y amaba usarla en sus interrogatorios, recordaba cuando le sacó la verdad al jóven Gauss hacía unos días. Gracias a ello había logrado descubrir la técnica que elevaría la bandera Nazi por los aires de Cydonia. ¡O por la tierra! Gauss estaba encadenado y Meyer estaba al frente suyo, tan intimidante como siempre. -¡Profesor Gauss! -exclamó Meyer- ¡Dichosos los ojos que lo ven! El profesor gruñó. -Veo que has caído en nuestras manos -dijo Meyer cambiando su trato y comenzando a tutearlo. -Ahora cuéntame ¿Cómo van las cosas? ¿Cómo va tu mujer y mis hijos? El profesor forcejió las cadenas mientras el coronel reía. -Era una broma -dijo riendo- pero ya que los Rattata te han comido la lengua te presento la máquina de luz negra. El profesor observó una gran máquina al fondo de la sala parecida a una bonina Tesla que emitía una extraña luz morada, la luz estaba canalizada exactamente a su silla, inmediatamente se sientío tocado internamente y una migraña comenzaba a apoderarse de su cuerpo. -¿Qué han investigado sobre Glamio? -dijo Meyer- ¡A mi no me mienten!, ayer se reunieron en Artrópolis y planean algo. ¿Qué es? Gauss tragó saliva, solo sentía nauseas y la voz del coronel lo hería cada vez que hablaba. -¡El profesor Ohm sabe que despertará! -gritó Gauss- ¡Tiene otro plan para detenerlo! -¡Otro! -exclamó Meyer sonriendo- ¡Ahora tendrás que contarme ambos! Luego de aquel interrogatorio Gauss fue llevado inconsciente y completamente traumatizado a su celda, con tristeza observaba a su alrededor, no pasaría mucho tiempo hasta que fuera programada su ejecución. No podía hacer nada. Le había dado aquel hombre información que podría usar en contra de toda Cydonia. ¡Había traicionado a toda forma con vida del planeta! Luego cayó inconsciente en su celda. Meyer por su parte había llamado al general Dönitz y estaba feliz, ¡Aquel científico le había dado la clave que necesitaba! ¡Ya no tendrían que seguir evitando que Glamio despertase! Ya no era necesario seguir bombardeando el monte Lymbus con gas paralizante. ¡Glamio podía despertar! Y por primera vez en la historia estarían preparados para eso. ¡Y el nuevo orden mundial! Aún así debía secuestrar al Profesor Ohm: ese repulsivo científico de Ciudad Tamara debía ser capturado y llevado a juicio, era pieza clave para su proyecto y tal vez el único que podría detenerlo. Tenerlo afuera cuando el día de catástrofe llegara equivaldría a una pastilla de cianuro en la garganta. Ciudad Tamara era tal vez la capital de Cydonia. Una grande e imponente ciudad que había sido cuna de la cruenta batalla de Mew contra Glamio en tiempos de Di'Navio. Por ello, tal vez la primera en la lista del apocalipsis. Y también una de las más protegidas. Efectuar un secuestro allí no sería coser y cantar y eso lo sabían los soldados Nazis, quienes durante última semana habían cavado un túnel hasta su laboratorio, por el lo llevarían fácilmente a las afueras de la ciudad para luego conducirlo al campo de concentración. ¡Era de los pocos hombres que sabría detener ciegamente a Glamio! y por eso debía ser detenido. El túnel estaba punto de terminar y los soldados cavaban a toda marcha para llegar al laboratorio. Lo habrían logrado si no hubiera sido por...