10587-Nunca_es_para_nunca_rendirse._(Nuevo_CAPITULO!)
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Ángel Uchiha 12304
Nunca es para nunca rendirse
“Porqué no hay cosa que más desee en la vida que volver a comer un helado junto a ti”





Capítulo primero: Días frente al ordenador


Hoy hace ya muchas horas, muchos días, meses...
Hace ya tiempo de aquello, pero aún lo recuerdo; como olvidarlo...
El primer y único amor de mi vida, aún me acuerdo, y no podría olvidarlo nunca, aún pienso en ella todas las noches, y todos los días y solo pienso en volver hasta sus brazos, una vez más, ¿que como llegué a esta situación?, bueno todo empezó un día de noviembre y no recuerdo si era martes o lunes, pero sentía como soñaba, aún era un niño, y soñaba por encontrar a alguien, alguien perfecta, pero eso nunca es una tarea fácil, y menos para mi, un chico tímido, pero abierto, raro y a la vez normal, enganchado a los videojuegos, y al ordenador, me encantaba jugar y divertirme, algo que aún a día de hoy no ha cambiado.
Mi nombre es Ángel y esta, es mi historia...
Soy moreno, con rasgos de niño y bajo pesé a mi edad de 18 años, y ya sabéis que ha esta edad todas las partes del cerebro solo piensan en una cosa, enamorarse, pero yo, me mantenía un poco al margen, pasaba de eso, ya sabéis, pero fue, poco a poco, como me daba cuenta que el tiempo pasaba, pero no pasaba nada; frente a mi ordenador, encerrado en una pequeña habitación de mi casa, solo, sin más compañía que chatear por messenger con personas, algunas que ni conocía, y un móvil que nunca sonaba, ciertamente no era tan triste mi vida, puede que haya exagerado un poquito, aún a sí, siempre pensaba en que sería de mi, ¿me enamoraría de verdad alguna vez?¿Y si lo hiciera? que sentiría... De verdad que esa chica, la chica de mis sueños ¿de verdad existía?, aún así yo seguía pasándolo bien con mis amigos, y viviendo como se suele decir la “vida a tope”, siempre he sido algo rebelde, no es algo de lo que me sienta precisamente orgulloso; también soy algo egocéntrico, si no tenia que ver conmigo, pues pasaba del tema, simplemente me gustaba esa vida, pero poco tiempo después de uno de los que sería uno de mis mejores días (Halloween) empecé, a pensar que cuando llegaría ese momento, el de entregar mi corazón, y bueno andaba un poco cansado de estar solo, ese mismo dia, el día de halloween, vi a un viejo amigo, José Ramón, y con el había muchísimas chicas, yo me sorprendí claro, José, no es digamos el prototipo de chico perfecto para una chica, pero aún así lo saludé y le pregunté entre risas, cual de todas era su novia, todas señalaron a una chica de aquel corro, pero sin darles muchas vueltas, me reí y mientras reía observe a una chica, estaba sentada allí e iba con ellos, luego de observarla, me fui con los amigos con los que iba aquel día, yo no lo sabía pero entre aquellas risas, una de ellas era la de la princesa de este libro, la chica la cual aquella noche miré a sus profundos ojos, en un día en el cual alumbró la más oscura soledad de mi corazón, me hubiese quedado todo, todo el día mirándola, pero como es normal, no lo hice...
Pasado el tiempo, una chica me quería agregar al messenger, yo, sinceramente, no la conocía de nada, supuse que tal vez era una de las chicas que iban con José Ramón, incluso, llegué a pensar que podría ser la chica de ojos profundos, pero al final, me equivoqué, se trataba de una amiga de José si, pero no era aquella chica, esta chica se llamaba Desireé, era una chica agradable, con buena personalidad, y bueno me empezó a contar secretos cuando empezó a pasar el tiempo, un día me fije en la foto que tenía, ¡Que tontería! Pero me pareció ver a un ángel, y no me refiero a ella, si no la chica que le acompañaba en esa foto...
¿Quién era? ¿Cuál era su nombre? ¿Verdaderamente era la chica de ojos profundos?
Intenté son sacarle el nombre a base de preguntas, que poco tenían que ver conmigo, no sé, pude sentir lo que algunos llaman un flechazo, pero aún no la conocía, tenía que conocerla, lo necesitaba, y no pensaba en otra cosa, pero, ¿Como me puedo enamorar de alguien que no conozco aún? Me sentía raro, extraño, pero contento, sabía que esa chica era la de aquel 31 de octubre...
Pensé en lograr su perfil en una red social, y lo logré, me pasaba los días y los días frente a la pantalla del ordenador para verla conectada y hablar con ella, la primera vez, fue muy breve, pero poco a poco, me sentía más unido a ella, no abría palabras para describir lo que empecé a sentir aquel día 8 de noviembre, era como si la conociera de toda la vida, que extraño, ¿no...?
El tiempo corría, ya si sentía que todo marchaba bien, y que el tiempo no estaba congelado ni nada parecido, era, por a sí decirlo, feliz, y sabía que estaba pasando, y todo lo que conllevaba enamorarse, dolor, sufrimiento, pero me daba igual, ella, empezó a ser todo, pensaba en ella todo el día desde que despertaba en mi cama, hasta que volvía a dormir, en el instituto, en la calle, con mis amigos, ya no podía más, empecé a agregar a sus amigas, y pedir consejos, de como era ella, de como tratarla, que le gustaba, lo que le disgustaba...
No quería meter la pata en ningún sentido, un día, jueves 12 de noviembre, le pedí quedar, necesitaba conocerla de verdad, y volver a mirar sus ojos, sus labios, su pelo, su cara de ángel, caida del cielo...
Quedamos el viernes 13 de noviembre, eché a reír, como un loco, ¡había quedado aquella tarde con ella!, me sentía el chico más afortunado y feliz de todo el mundo, pero también, tenía mucha vergüenza y miedo del rechazo, aún a sí, el amor que yo sentía superaba cualquier miedo, y cualquier vergüenza que pudiera sentir aquel día, quedamos en un parque, yo no habituaba a ir allí, pero ese sería el principio de lo que sería un sitio para quedar con los demás, llegué y vi algunas chicas pero ninguna era ella, saludé y me senté en uno de los columpios, luego me empecé a balancear allí en el parque, estaba verdaderamente nervioso, y bueno era normal...
Al rato llegó, ¡Qué nervios!, sentí algo verdaderamente muy fuerte hacia ella, era rubia, algo más baja que yo, vestía con una linda ropa, y sus ojos eran tan abiertos como el mismísimo océano, algo tan bonito y fugaz como lo que sentí aquel día nunca podría describirlo con palabras escritas en este folio...
Cuando llegaron todos los demás chicos y chicas que faltaban nos dirigimos a dar una vuelta hacia el Polideportivo de nuestro pequeño pueblo.
El crepúsculo empezaba a asomar a la luna, y el sol empezaba a esconderse, pero como por arte de magia el tiempo se paro en un instante donde los dos nos quedamos solos, como si el sol y la luna quisieran vivir lo que nosotros estábamos viviendo, en mi vida, había visto algo parecido, me sentía cortado, pero a la vez, feliz, verdaderamente feliz, porque tenía enfrente a la princesa de mi cuento de hadas perfecto, y no, no había nada en la tierra capaz de detener las palabras que le dije, pensé días y días en lo que le iba a decir, pero se borró todo de golpe y empecé a improvisar.
Irene... Bueno, en todo este tiempo, no he parado de pensar en ti, y bueno... “Te quiero”. - Le dije.
¡Lo logré! - Pensé. ¡Lo he hecho!.
Ella, me dijo que se sentía lo mismo, no me lo creía, ¡estaba con aquella chica! Igual y por fin...
El tiempo volvió a correr y la luna salió en su esplendor y el sol se oculto tras el paisaje.


Capítulo Segundo: El Primer Abrazo


La noche cayó profunda, un cielo azul oscuro acompañaba el, tal vez, mejor día de mi vida, y ahora tocaba jugar al fútbol, un partido, e Irene se sentó en las gradas, y yo no paraba de mirarla, los dos goles que marqué aquel día se los dediqué a ella, pero no sirvieron para ganar, pero ese día, poco me importaba, yo ya había ganado algo mucho más grande que un partido, el amor de Irene, con ello, subí a las gradas, donde allí estaba ella...
El viento agitaba su pelo dorado, y la miré a los ojos, vi un cálido cariño, que nunca antes había notado, sentí que la amaba, la amaba con toda mi alma, y definitivamente, me había enamorado por primera vez.
Me senté a su lado, note el olor de su pelo, olía a pétalos de rosas, y aunque no dije nada, el silencio se convirtió en el mejor grito de todos, un grito que gritaba “¡te amo!”, en cada momento en mi interior....
No pude soportar la tentación de mirarla fijamente, luego, bruscamente, me levanté, y empecé a reír, ni yo mismo sabía de que me reía, pero estaba feliz, una amiga llamada Carmen y su novio, iban a salir aquella misma noche, y nos propusieron salir a nosotros dos, yo dije que claro, solo quería estar más tiempo con ella, e Irene también aceptó salir.
Quedamos en la vieja autoescuela de nuestro pueblo, yo fui a mi casa, me duché, cené, y me arreglé, estaba verdaderamente nervioso, y bueno, cuando llegué vi al novio de Carmen sentado en un bordillo que sobre salía de la cristalera de aquel lugar, esperamos un poco, y llegaron ellas; Irene estaba preciosa como un rayo de sol en medio de la noche, ¿un eclipse tal vez?, no lo sé, solo sé, que lo imposible, en ese momento se volvió posible, porque casi pude rozar el cielo, y bajarle una estrella...
Era algo tan especial, tan maravilloso; dimos una vuelta por la parte noroeste del pueblo, y bueno, llegamos a un lugar, con un viejo molino, y un reloj de sol roto, pero lo mejor de allí, era el paisaje, era un paisaje perfecto en todos los aspectos, y bueno, me sentía lleno, repleto de recuerdo de cada segundo que pasaba.

Era de noche, y hacia frío, no pude hacer nada para evitar sentir un poco del resfriado, allí había un banco donde nos sentamos Irene y yo, al otro lado, cerca del molino, se sentaron Carmen y su novio.
Yo solo podía hablar de poco a poco, y sé que ella también, ella empezó a temblar, y la abracé, entre mis brazos se encontraba ella, con un brazo la abrazaba, mientras que con el otro le agarraba una de sus manos.
Te quiero... - Le dije y rompí el silencio - ¿tienes frío? - Le pregunté, y ella me contesto que ya no.
Estuvimos un rato abrazados, se me hizo eterno, pero por desgracia acabó, y bueno, llegó la hora de volver a casa...
El primer abrazo, el más especial, el más sincero... ¡Qué daría por repetirlo!
Pero siguieron más abrazos que no se quedaron atrás, alguno de amor, otros de amistad, pero definitivamente, este fue el mejor de todos ellos...
Pasó un día, pero en este solo pude pensar en ella, ya que no pudo salir, y bueno, recibí un sms donde me decía que aquel día no podía salir, pero me daba igual, porque estaba con ella, y al día siguiente sabría que la disfrutaría el doble que aquel día 13.
Pasaron las horas y se izo tarde, a sí que decidí acostarme, porque sabía que ¡mañana sería un nuevo día!
El 15 si quedé con ella, la vi, y estuve con ella, me lo pasé genial, pasó el tiempo, y bueno, quedamos para ver nuestra primera película juntos, recuerdo que fue You Got Served, una pelicula de baile protagonizada por un grupo de hiphop muy bueno, me senté a su lado, y estaba súper nervioso, solo quería estar con ella, y me encantaba estar de esa manera, porque la tenía a mi lado, y sentía que me quería como yo la quería a ella.
Poco tiempo después, en una mañana del instituto, cuando andaba con ella por el recreo, bueno, surgió el tema de unos mensajes privados del José Mari, y no sabía porque, bueno aquella tarde, yo estaba en la biblioteca conectado en uno de los ordenadores públicos del lugar, y bueno, hablé con Irene, José Mari, le había dicho que le quería, me preocupé, no quería perderla, no podría afrontarlo, y bueno, hablé con Irene, y me tranquilizó, me dijo:
Ángel, yo a quien quiero es a ti...
En ese momento me alegré, y tenía ganas de abrazarla, pero la distancia en aquel momento me lo impedía, ¡Qué feliz era!
¡Me quería! ¡Me quería! Y no podía de dejar de pensar en ella, cuando cumplimos unas semanas, le preparé una sorpresa.
Era un collar y una pulsera que ella vio en una tienda y le gustó, no pude aguantar la tentación de comprarlos, uno significaba mi alma, la pulsera, otro significaba mi corazón, el collar; sin más, una noche salí con ella y las amigas me lo pasé genial, y bueno, cuando estábamos en una terraza todos, le dije que viniera conmigo, quería darle lo que le abría comprado junto a mi alma.
Todo el camino, no paraba de preguntarme ¿Qué es? ¿Como es? Yo solo sonreía y reía mientras la veía feliz...
Poco tiempo después, algo a sí como un cuarto de hora, llegamos a mi casa, y entramos, no había nadie, y en mi habitación estaba el regalo, y se lo di, rápidamente, lo abrió y yo sonreí, era la primera vez que me sentía más feliz regalando que recibiendo, ¿Qué extraña sensación, no creéis? Cuando lo abrió, me abrazó, me abrazó muy fuerte mientras decía que le encantaba y que me quería, yo solo pude sonreír, y pedirle algo...
Quería robarle el primer beso; fuimos al salón, y me apoyé en uno de los posa brazos del sofá, pero sin llegar a sentarme, mientras la abrazaba, ella me agarró fuerte, en ese momento, yo también la abracé y quise gritar: ¡Nunca me abandones!
Pero no lo hice, aún así, cuando el cálido abrazo acabó, empezamos a acercar las cabezas, lentamente, como si lo único que existiera del espacio y el tiempo, fuéramos nosotros dos, nuestros labios se juntaron en un beso, luego cuando separamos las cabezas nos miramos y nos volvimos a besar, el primero de muchos, pero más único que ninguno.
Solo pude sonreír y quería quedarme con ella toda la noche...
Cuando salimos al pasillo de mi piso, se fue la luz por el tiempo que ya llevaba usándola, pero cuando me volví a volver a encenderla, Irene me besó de nuevo, me sentía, como fundido con ella y fundido con la oscuridad que nos rodeaba, y no me importaba nada en ese momento, solo besarla y pensar en cuando la quería, ¿y quién sabe? Tal vez lo deseé tanto en aquel momento que me dio otro abrazo con todas sus fuerzas.
Pero el tiempo apremiaba, y debíamos volver con los demás, y nos dirigimos a la pizzería, y sí, aún podía ser un día aún mejor.
Emilia, una de las amigas de Irene, tubo que irse, y los demás ya habían pedido de comer, a sí que pedimos nosotros, pedimos pizza, y mientras ellos ya habían comido, Irene y yo, fuimos con la bandeja de cartón de las pizzas por el camino de La Corredera, comiendo pizza, era feliz, solo sabía sonreír y reír.
Cuando acabamos, por una extraña razón volvimos todos al balcón de la plaza España, y bueno estuvimos sentados, hasta que llegó el momento de irse, y bueno, nos quedamos en el balcón solos, y nos volvimos a besar y a abrazar, cada palabra que me decía hacía que creyera en sus palabras, nadie me dijo que gracias al amor se podía volar, ese día escapé de mi prisión, y fui libre, y si nunca hubo un sol en mi cielo, gracias a ella, aquel día amaneció.


Capítulo tercero: De la imaginación al hiperrealismo.

(NUEVO!)

Cuando la dejé en su casa, yo me fui a la mía; mientras subía los escalones saltaba de alegría, no me lo podía creer, era increíble... Me había besado. Yo... Era la persona más feliz del mundo en esos instantes.
Llegué a la cama, no podía dormir, pero cuando cerré los ojos y la vi en mis sueños... De pronto se hizo de día... Pero no estaba triste por despertar y ver como desaparecía... Todo lo contrario, quería verla, así que decidí quedar con ella, para ver nuestra segunda película, una película que según me hablaron era buena... Pero a mi, sinceramente no me gustó nada. Aún así, ella estaba conmigo y todo me importaba más bien poco.
Ese día fue maravilloso. No tendría palabras para describir lo que sentí aquella noche. Aunque no pasó nada raro, simplemente fue y ha sido, un día genial.
Cuando ella se fue, a eso de la media hora, llegó mi madre y mi padrastro, este último tiene el sentido don de llegar en los momentos menos adecuados, y bueno me duché y cené.
Mi madre me miraba extrañadisima, yo no era una persona muy sonriente, y aún menos tan alegre, y aquella noche casi me ahogo con la cena, y mientras ellos veían una película de drama, yo sonreía, así que mi madre me mandó a mi habitación.
Yo me iba riendo como si estuviese loco, y aún recuerdo la conversación que oí detrás de la puerta de mi habitación.

- Tu hijo cada día me preocupa más, este niño esta medio loco con los videojuegos. - Dijo mi padrastro.
- Ya sabes que a su edad, la edad del pavo afecta mucho a sus neuronas. Ya se le pasará. Por lo menos ahora sonríe de corazón, hacía mucho que no lo hacia, y estoy feliz con ello.

Yo sonreí por las palabras de mi madre, y me dormí pronto, mañana era lunes y tocaba ir al instituto como de costumbre.
Yo me desperté, y me eché agua en la cara, para espabilar un poco, y me peiné, desayuné y me marché hacia clase.
Mientras iba hacia allí me puse a oír música como siempre, y cuando llegué a clase, mi amiga Carmen y mi prima Lina, empezaron a cotillear y preguntarme las cosas.
Yo no les hice mucho caso, simplemente me limité a sonreír.
Y bueno, en el mayor de los casos, el tiempo pasó increíblemente lento, pero por fin oí el sonido de la campana. ¡Hora del recreo!
Era hora de verla, otra vez, tan resplandeciente como siempre.
Solo hice una cosa cuando la vi. Abrazarla.
La cosas iba genial, demasiado bien diría yo. Aún así yo era feliz, y en esos instantes no había nada en el mundo capaz de romper la magia que me unía a ella... Aquel día me di cuenta... Estaba locamente enamorado de ella.
Pasaron semanas desde que la conocí y le pedí salir, todo iba a pedir de boca. Aquella misma tarde, después de clase, le pregunté si podría quedar, pero efectivamente, no podía, los exámenes y los estudios nos impedía vernos aquella tarde, aún así, quedé con mis amigos, que hacia tiempo que no veía. Pero me llevé una sorpresa cuando llegué.
Yo les saludé. Pero extrañamente no reaccionaron.
Luego, después de acercarme a ellos, me empezaron a hablar.
Discutían conmigo, y sobre mi relación.
Enfadado con ellos, me fui. No quería oír más hablar sobre el tema, y era algo que me cabreaba... ¿No entendían lo que sentía por ella?
Aún recuerdo aquellas palabras...

¡Ángel! ¿No te das cuenta de que estas cambiando? - Dijo Soto.
Yo... Sigo siendo el de siempre. - Respondí.
No creo yo... Yo también opino que estas cambiando. - Dijo con la mirada hacia el suelo Emilio.
¿Acaso no ves el daño que te va a causar estar de esta manera? - Dijo Soto, adelantado su posición hacia mi.
No veo por qué tengo que estar mal. ¿No puedo estar con todos? - Repliqué.
No lo entiendes... Desde que estas con ella, no quedas con nosotros. - Dijo Soto.
Quizás tengas razón... Pero sabéis que estoy todas las mañanas en el recreo con vosotros. - Dije intentando convencerme a mi mismo de algo que sabía que tenían razón.
¡Mientes! Quince asquerosos minutos pasas con nosotros, y con ella pasas los otros veinte. - Dijo Emilio enfadado con una mirada profunda hacia mis ojos.
Yo...
No supe responder, me sentía culpable, herido, pero... La amaba.
Mis amigos o el amor de mi vida... ¿Qué cruda realidad me espera? Sin pensármelo dos veces, elegí, de manera imprudente y sin pensar, dejar de hablarles, y enfadarme con ellos.
La quería, solo quería estar con ella. Nada me importaba más.
Irene, me mandó un SMS diciéndome que podía salir un rato, entonces quedé con ella, y se lo dije.
Llegamos a la conclusión de que tenía razón, y a partir de ese momento los recreos de 20 minutos los pasaría con ellos y los de 15 con ella. Yo... Me hubiese pasado 35 minutos con ella. Pero como es normal, también quería a mis amigos, y no tuve elección.
Las cosas comenzaron a ir de nuevo muy bien. Era feliz.
Pronto llegaría la navidad. Y me tocó irme de vacaciones con mi padre. Tenía que irme una semana... Una semana sin ella...
Era algo que no podía soportar. Aún así, aun quedaban un par de días antes de aquello. Y quería hacerla sonreír a toda costa, para poder llevarme el recuerdo a mi viaje. El recuerdo de su rostro sonriendo.

CONTINUARÁ...