CAPÍTULO 5 - ACELERACIÓN
La bestia de la discordia observaba la ferviente batalla entre Rayquaza y Deoxys mientras reía para sí. Aquél mundo que le había dado la espalda pendía de un hilo. Los guardianes se encontraban dormidos, tanto Lugia como Ho-oh estaban debilitados, y la lucha elemental entre las aves y los perros causaba grandes desastres naturales. Los humanos estaban aterrorizados y muchas especies Pokémon estaban dejando de existir.
¡Por fin se estaba vengando del traidor de Arceus! ¿Quién más sería la bestia de la discordia que el propio Glamio?.
Aún recordaba los extraños sucesos ocurridos cuando Arceus lo atacó, en ese instante algo había pasado en su interior y sin pensarlo había lanzado un ataque que no podía recordar que había debilitado a todos. Luego recibió algo del ataque de Arceus y se había desmayado. Luego había despertado flotando en el espacio. Alguien lo había ayudado. ¿Pero quien? ¿Acaso habría sido él mismo y luego había perdido la memoria?
Se dirigió de nuevo a la Tierra. ¡Los tres Regis habían despertado! Se estaban reuniendo para despertar a Regigigas. Bueno, si él no podía evitarlo.
El golpe de una roca hueca con la planicie de la montaña enfureció más a Rayquaza, quien con un hiperrayo derribó a Deoxys.
-¡Es tu última oportunidad! -gritó- ¡Ríndete y te perdonaré la vida!
-¡Frío! -gritó Deoxys- ¡Deoxys frío!
En ese momento Deoxys se elevó y se perdió en el horizonte. Al mismo tiempo que Rayquaza victorioso caía sumamente cansado.
-¿Adonde creen que van? -preguntó Glamio.
-Vete de aquí Glamio -gritó Registeel- Ya no perteneces a este mundo.
-¡Este es mi mundo! -gritó Glamio- Y será destruido porque así lo quiero.
-Primero tendrás que enfrentarnos -gritaron los Regis.
Glamio extendió sus alas sobre los Regis, si pudiera recordar aquel ataque que había hecho ante Arceus lo habría acabado.
-¡Ira Dragón! -gritó Glamio mientras golpeaba a los Regis.
-¡Poder Pasado! -gritaron los tres Regis quienes resistían la ira de Glamio.
En ese momento una mancha negra se abrió justo detrás de Glamio y una gran y oscura sombra con ojos rojos y grandes alas comenzó a salir. Los Regis retrocedieron. Glamio se extraño y se volteó para observar lo que ocurría.
-¿Pero qué? -fue lo último que pudo pronunciar ante su raptor antes de la sombra se cerrara sobre él y desapareciera.
Los Regis asustados se cubrieron cuando todo terminó. Sólo sabían una cosa. Habían triunfado y el mundo estaba salvado.
Arceus y Mew despertaron a Lugia y a Ho-oh que organizaron las mareas y despejaron el cielo respectivamente.
Lugia con un canto calmó la pelea de las aves y Ho-oh encerró a los perros en la torre quemada.
Con el incidente varias especies de Pokémon se habían extinto y otro tanto había evolucionado. Los humanos comenzaron a ver el poder de sus compañeros los Pokémon y temer el poder de los legendarios.
Con la paz y la quietud restaurada Arceus se fue a dormir a su cueva en el Monte Lymbus de la región especial que había pedido a Regigigas. ¡Por fin tenía un Palacio digno de él! ¡Mucho más que el Monte Corona de Shinoh!
Un retumbar golpeó los tímpanos de Glamio y este abrió los ojos, no había terminado aún cuando su raptor habló.
-¿Pero quién se cree que es usted para venir a causar problemas en el mundo? -gritó Giratina en su trono, sus brazos como tentáculos tenían agarrados fuertemente por el pescuezo a Palkia y a Dialga.
-¡Ustedes dos! ¡Par de imbéciles! -prosiguió dirigiéndose a ellos mientras los golpeaba contra el sueño- ¿Por qué no lo detuvieron antes? ¿No entienden que todo lo que pasa en el mundo repercute aquí también?
Por cada golpe que propinaba el lugar cambiaba su arriba-abajo y se producían baches temporales y distorsiones, Giratina sin inmutarse miró a los ojos a Glamio y soltó a los dos Pokémon, flotando en un absurdo compás se acercó a él y gritó.
-¡Especie de fenómeno!, mi única misión en esta estúpida vida es asegurar que el maldito mundo de afuera no colapse. ¿Y ahora llega usted, especie de pokebloque amorfo a joderme la vida y la de estos dos caballeros? -dijo dirgíendose a Dialga y Palkia que se incorporaron lentamente. -¡Bienvenido al Mundo Distorsión! ¡Su nueva tumba!
Glamio retrocedió flotando, Giratina en aquel mundo era bastante intimidante y siendo respaldado por los titanes del espacio y el tiempo estaba perdido.
-¿Y usted a donde se dirige, dragón de la discordia? -dijo Giratina acercándose más a Glamio quien seguía retrocediendo- ¡Vallan especias de retrasados y capturenlo! -gritó dirigiéndose a Palkia y a Dialga.
Por la mente de Glamio volvió a pasar el desespero de la batalla de Arceus, intentaba recordar aquél ataque que lo había salvado. Pero ya era demasiado tarde.
-¡Distorsión! -gritó Dialga mientras aquel extraño mundo se desenfocaba y enfocaba rápidamente.
-¡Ragnarok! -gritó Glamio y en ese instante Dialga cayó debilitado.
-¡Corte Vacío! -gritó Palkia y Glamió fue arrojado hacia el fondo y algunas escamas rozaron las paredes.
-¡BOOM! -las paredes de antimateria reaccionaron con la materia de Glamio liberando una explosión de energía proporcional a la masa y a la velocidad de la luz relativa en el medio, que para el caso del Mundo Distorsión era bastante incierta, pero si lo suficiente como para llamar la atención de Giratina.
-¿Tengo que hacerlo todo yo? -gritó Giratina- ¡Usted no se me escapa así de fácil! ¡Tierra Viva!
El suelo se volvió rojo y paredes de magma impactaron en Glamio.
-¡Usted no puede hacer nada! -gritó Giratina- ¡Yo controlo este mundo como mi cuerpo! ¡Tengo el poder de controlar la antimateria! ¡Puedo transcender entre la vida y la muerte! ¡Y hoy seré su verdugo!
-¡Esfera Aural! -Lanzó Giratina y Glamio cayó casi muerto pero con un gran ímpetu en su interior, lo había conseguido.
-¡Ragnarok! -gritó mientras Giratina caía también debilitado.
Glamio se apresuró a huir de aquel extraño lugar hasta perderse entre los vórtices y laberinto del casi infinito Mundo Distorsión.
Cuando Giratina despertó giró su mirada a Palkia y a Dialga.
-Será mejor que regresen al mundo, de este yo me ocuparé, si lo encuentro. ¡Nunca jamás podrá salir! ¡Tendrá toda la eternidad para dejarse encontrar y lo acabaré yo mismo!
El pasar de los siglos golpeaba al mundo y las civilizaciones se habían estilizado, las guerras ya eran poco frecuentes. Los monumentos se alzaban y los imperios surgían. Arceus sabía que pronto la era dorada de la civilización humana llegaría y sería la hora de que el hombre pisara por primera vez la perfecta región de Cydonia que había sido prohibida desde el inicio de los tiempos.
Glamio se encontraba devastado, aquel absurdo mundo alejado de toda lógica no le permitía ni un minuto de paz. Era cierto que Giratina lo había dejado de buscar hacía algunos siglos pero de todas formas era imposible escapar de aquella prisión. El tiempo pasaba y Glamio fue poco a poco recuperando energía y concentrando sus fuerzas intentó crear algo.
Una esfera de energía se condensó en una criatura pequeña, negra y sin piel ni músculos que chocó con una pared de antimateria, en vez de explotar, la criatura absorbió la energía.
-Necro, Necro -gritaba la criatura.
¡Era la tercera vez que ocurría!, Glamio estaba frustrado e indiferente alejó al Necro que se fue a jugar con los otros. ¡Tenía que perfeccionar mucho más su poder!. Sabía que no saldría sólo de allí. Era terrible aquel exilio...