Espero que os guste y que me digáis qué os ha parecido y en qué debería mejorar a la hora de redactar. Debo aclarar que no he querido centrarme mucho en las descripciones en el prólogo, sino que tenía pensado hacerlo en el primer capítulo, junto con la escena programada.
~Prólogo: Un comienzo nuevo.~
PRÓLOGO
Un comienzo nuevo.
La dulce y relajante brisa golpeaba con suavidad todo lo que tocaba y refrescaba todo aquello que estuviera seco, incluida una planta. La noche hacía su presencia en Ciudad Celeste en una tarde de verano. Aunque estuviera dentro de mi gimnasio, podía percibir desde el interior que las calles de la ciudad estaban bastante animadas a estas horas. Y es que el verano en mi ciudad era algo asombroso; la gente que solía estar escondida y aislada de todo el exterior, durante la estancia de la noche, abría sus ventanas de madera y salía al balcón para introducirse en el ambiente. Acto seguido, se vestían y salían por la puerta de sus casas para iniciarse en una noche llena de fiesta y diversión. Todo era fantástico, la ciudad se llenaba escandalosamente de actividad durante el período de fiestas y eso era bueno. Todos disfrutaban de las fiestas, incluida yo; pero había un pensamiento pasado que no dejaba de rondar por mi cabeza.
Me encontraba en el interior del gimnasio Celeste, concretamente nadando lentamente y con mi propio estilo por la piscina azul y cristalina, situada en la zona central del gimnasio y que, era el escenario donde libraba mis batallas contra aquellos contrincantes que venían a desafiarme. Me gustaba mucho nadar por la piscina cuando necesitaba relajarme, o simplemente, olvidarme de los pensamientos que me hacían sentir mal. Seguía nadando y no me cansaba; es como si en este mundo marino tuviera fuerzas ilimitadas. Paré de nadar y me hice la muerta. Cerré los ojos y sentí como el leve movimiento del agua rozaba mi cuerpo suavemente y con delicadeza. Mi algo crecido cabello terciopelo, reaccionó al movimiento del agua ocasionando que mi cabello bailara sobre la superficie del agua. En apenas unos segundos, me olvidé completamente de que estaba flotando sobre una piscina de agua. El escenario cambió a un extenso terreno acuático, en el cual yo me encontraba. Ya no estaba flotando y sentía que podía nadar fácilmente por el fondo marino, rodeada de Pokémon acuáticos. Lo más sorprende fue aquella sensación que percibí al contemplar que no tenía pies, sino aletas; era una sirena. Esto no me preocupó lo más mínimo y decidí disfrutar de aquel momento. Me sentía realmente bien nadando. Yo estaba contenta, y hacía piruetas en el agua, a la vez que los Pokémon formaban un anillo que me rodeaba completamente al girar. Esta era una sensación fascinante que pocas veces llegaba a experimentar.
De repente, en mi fantástico y divertido mundo marítimo empecé a escuchar una voz. Al principio, no escuché bien el mensaje y supuse que podría ser un sonido, que provocaban los Lumineon al desenvolver sus aletas brillantes y que se transformaban en ondas de sonido. Aún con curiosidad, decidí olvidarme de lo que podría haberme imaginado. Acto seguido, escuché de nuevo aquel sonido y me paré en medio del océano. Los Pokémon también se pararon, extrañados.
-¡Misty! ¡Misty! … ¡Misty, despierta!
Ese era mi nombre. En efecto, yo me llamaba Misty y alguien estaba reclamándome. Hace poco me gané el título de “la sirena”. Nunca entendí el porque de ese apodo, pero supongo que sería por la maestría que llegué a alcanzar con mis Pokémon y por las exhibiciones que hacía vestida de sirena en el gimnasio, de vez en cuando. Desconocía quién podría ser. De nuevo, empecé a escuchar la misma voz. Esta vez ya pude identificarla un poco más, se trataba de una voz de mujer.
-¡Misty! ¡Misty! ¡Despierta, rápido! -habló la voz femenina con un tono de nerviosismo-.
Mi paraíso acuático no duró mucho más. Al acabar de recibir el mensaje, mi estado de trance había desaparecido por completo y abrí mis ojos. Cambié a postura normal y observé aquella persona que me estaba llamado. Era mi hermana, Violet. Me acerqué al borde de la piscina, subí y me dirigí en la dirección en la que ella se encontraba. Tenía cara de preocupación y de nerviosismo.
-¡Menos mal que has salido, Misty! Recuerda que tienes que cerrar el gimnasio ahora, pero antes sécate.
-Ya lo sé, Violet. Soy la más madura de las cuatro y no necesito que me lo recuerdes -sonrió a la vez que una sonrisilla maléfica se mee dibujaba en mis labios-. Bueno, gracias por acordarte de todos modos -le respondí con un tono de agradecimiento por la atención-.
Al acabar de pronunciar estas oraciones, mi hermana permaneció un instante en silencio. Estaba pensativa. Miró a la luz de la luna que se hacía hueco a través de los cristales transparentes, situados en el techo del gimnasio; miró a la piscina y miró finalmente para mí. Empezó a reír un poco a carcajadas y eso me molestó en gran parte. No me gustaba que se mofara de mí.
-¿Qué te hace tanta gracia, hermana? -dije a la vez que sonreía, para disimular los nervios que se me habían escapado-.
-¡Jaja, nada! Te has vuelto una mujer y eres más madura que antes. Ojalá tus hermanas, Daisy y Lily, tomaran ejemplo de ti -respondió deseándolo con todas sus fuerzas, al recordar la actitud despreocupada e infantil de sus dos hermanas-. ¡Bien! Es hora de cerrar el gimnasio, vámonos -remató con un tono amigable y con una sonrisa que pareció tener un efecto positivo en mi interior-.
No dije nada. Simplemente me di por aludida y decidí prepararlo todo para el cierre del gimnasio. Me quité mi bikini y mi bañador rojo y anaranjado y me cambié de ropa. Me puse una blusa blanca de tela, y cómoda por supuesto, y un pantalón vaquero corto, que me llegaba por la zona de las rodillas. Cogí mis Pokéballs con mis Pokémon y di por cerrado el gimnasio.
Se había hecho tarde y la blanca y resplandeciente luna creciente se había hecho más perceptible en el cielo. Me dirigí a la dirección de mi casa en Ciudad Celeste y decidí petar para que mis dos hermanas restantes, nos abrieran a mí y a Violet. Sin duda, parecían algo preocupadas.