Los capturados
Capítulo 24/? <- (al paso que va, unos 40 xD )
Historia:
Como era de esperarse, desperté sin recordar nada de lo ocurrido, ni con quién había estado ni como había llegado al lugar en el que me hallaba.
Giré mi cabeza suponiendo que encontraría a alguien a mi lado, probablemente aún inconciente. Pero no había nadie, y mis mangas que en algún momento me habían atado a esa persona estaban rotas. Mi presa se había liberado, y me había dejado solo en medio de quien sabe donde.
Hacía un frío abrumador, mi nariz estaba roja y resaltaba por encima de mi ahora pálida piel. Mis heridas habían cerrado con el frío mientras descansaba. No sentía los dedos de mis manos y tenía las dos piernas entumecidas.
Tampoco quedaba rastro ni pista alguna de alguien que se hubiera quedado conmigo por al menos una hora. Permanecía aferrado a mi teoría de quien duerme antes, despierta antes, así que las cosas cuadraban de ese lado.
Pero por otro lado, no tenía sentido que me encontrara en donde estaba.
¿Y dónde estaba? En una cueva en lo más alto de alguna montaña de la Cordillera del Lobo. ¿Cómo demonios había llegado ahí estando inconciente? No lo sabía, pero luego de pasar por varias series de acontecimientos casi inexplicables uno aprendía a guardarse las preguntas para después y aceptar lo que tenía en el momento en que lo tenía.
Lamentablemente ninguna persona estaba conmigo en ese momento para poder debatir lo que sea que se me viniera en gana, tras haber fallado en mi plan de permanecer con alguien a toda costa, aún si eso te lleva a atarlo a ti.
Así que, ¿qué debía hacer ahora? Si bien me lo había planteado antes, nunca se me había ocurrido la idea que tenía en ese momento. Por alguna razón, sentía que eso era lo que había estado buscando hacer desde un inicio. ¿Cuál era la razón por la cual había querido fugarme? Volver a casa. ¿Me había logrado fugar? Sí. ¿Había vuelto a casa? No. En lugar de eso, me encontraba en medio de una cantidad incontable de montañas nevadas y plantas machitas y congeladas.
Ahora bien, tampoco es que pudiera proseguir con mi plan original de volver a casa. ¿Y por qué? La primera razón era más que obvia, salir del lugar en el que me hallaba y en el estado en el que me encontraba no era tarea sencilla. La segunda razón iba por el lado de mi reciente amnesia de un año. No podía recordar casi nada de mí antes de ser un capturado. Lo poco que permanecía en mi memoria, era mi nombre, mi apellido, ciertas habilidades, y haber estado corriendo a solas por una carretera incendiada horas antes de que unos Superiores dieran conmigo.
Entonces mi situación actual se reducía a un chico herido, cansado, muerto de hambre y de sed y perdido en una cordillera nevada.
Bueno, al menos la mochila permanecía a mi lado. Aún estaban dentro las cinco sogas, los dos ganchos y unos tres garfios de alpinismo. La automática que 01 me había obligado a llevar se hallaba dentro del bolsillo trasero del equipaje. Al revisar los bolsillos laterales di con un pequeño cuaderno de notas, un bolígrafo, una envoltura de galletas de vainilla, un encendedor, una caja con seis cigarrillos, dos ligas para el pelo y un paquete de frutas secas cuya fecha de vencimiento marcaba once de noviembre de este año.
Por más que el hambre venciera mi sentido del razonamiento, dudé antes de engullir la comida que tenía en frente. Once de noviembre de este año. Realmente no estaba seguro de que esta cosa hubiera expirado, podía arriesgarme a comerla, pero en el estado en el que me encontraba era preferible no comer cosas que pudieran perjudicar mi salud. Sobre todo si era la fruta seca que había en éste empaque, la cual libera toxinas tras “expirar”. Dichas toxinas son altamente venenosas, pero la fruta en buen estado es muy nutritiva.
Como mi estómago rugía, decidí intentar calcular el número de días que habían pasado para así descubrir qué día estábamos.
Veamos, el día antes del caos cenamos en el extremo izquierdo del comedor (muy cerca del calendario), y la fecha me indicaba que me encontraba en la noche del dos de noviembre. El cielo había oscurecido para cuando fui perseguido por el cazador y salté al acantilado, quedando inconciente para luego despertar a la orilla del río, ya de día. Correcto, entonces debía estar tres de noviembre. Luego pasaron cerca de ocho horas hasta que me encontré con 01 y entramos en el albergue, quince minutos hasta que subí y otros veinte para cuando logramos entrar en los ductos de ventilación. Entonces debe haber transcurrido una media hora entre mi caída al pasillo y el terror en la sala de vigilancia, lo que me deja con el tiempo cerca de la puesta de sol o ya de noche. Luego quedé inconciente otra vez y desperté en la habitación aislada y sin puerta, nuevamente de día. La cuenta me deja en el cuatro de noviembre. Perdí veinte minutos reflexionando en la habitación y otros quince hablando con Qet, cuando llegaron Jade y 18. Con ellos pasaron cinco minutos y en sordera otros diez. Bajo el agua unos ocho y dos entre mis salidas y sumergidas. En ese momento volví a perder el sentido y me despierto en donde estoy, con una bella puesta de sol en frente mío. Lo cual quiere decir que son cerca de las cinco de la tarde del cuatro de noviembre.
Pero hey, aún hay más. La ropa en movimiento se seca rápido, pero no cuando es del material que traigo encima, si el propietario la trae puesta y suda, y peor si es ajustada. Lo cual quiere decir que, si me sumerjo bajo el agua y quedo completamente empapado, la ropa se tarará cerca de dos días en secar (lo sé, es un material muy extraño). Pero el tiempo transcurrido desde que desperté empapado en la orilla del río, hasta que recuperé el conocimiento en esa habitación color crema y completamente seco fue de un único día (según mis cálculos). Eso añade un día más a la cuenta, que me deja en el cinco de noviembre. Luego, ser sumergido por ocho minutos, y encima agitado empapa éste extraño tejido dejándolo con un tiempo de espera de tres días para secarse. Cosa que añade dos días más a la lista, dejándome en el siete de noviembre. Y no sólo eso, al despertar en la habitación, uno de mis tajos había cicatrizado por completo, añadiendo tres días más a la cuenta. Al final no estamos cuatro, si no que estamos diez de noviembre y son las cinco de la tarde.
Conclusión: si no como estas cosas antes de las doce, es probable que quede envenenado.
Entonces abrí el empaque y me dispuse a comer, luego de diez días sin probar bocado y habiendo bebido agua por atraganto.
Permanecí sentado, sin mover más que mis manos y mi boca, contemplando la puesta de sol.
Una vez hube acabado la pequeña merienda, comencé a devolver las cosas a sus respectivos bolsillos. Me quedé con el cuadernillo de notas en la mano. Entonces una idea pasó por mi cabeza. Bueno, ¿y por qué no? Tampoco es que hubiera mucho que hacer en la situación en la que estaba.
Sostuve una de las tapas del cuaderno y con la otra mano lo abrí. La primera página tenía un garabato, dos líneas hechas al azar y una par de partidas de tres en raya. La segunda página decía en letras muy grandes “anotaciones en caso de emergencia”. En la tercera página había un punto, como si alguien hubiera estado a punto de escribir pero no hubiese continuado. Y el resto de las páginas estaban en blanco.
No fue hasta que guardé el cuaderno y cerré la mochila que me percaté que estaba perdiendo tiempo, tiempo que podría salvarme la vida.
Colgué la mochila en mi espalda y me asomé a la entrada de la caverna. El paisaje no era ni nada más ni nada menos que una amplia extensión de nieve y montañas bajo la luz de la luna.
Descendí por la colina, arrastrando mis pies y deslizándome por la nieve que me llegaba a los talones. Cuando me hallaba al pie de de la montaña, pude divisar a una persona tirada en la nieve, a unos treinta metros de mí.
Me arrastré con cuidado hasta llegar al lado del bulto que había captado mi atención, y no pude sino horrorizarme al reconocer a 02 tirada en frente mío.
Me arrodillé a su lado y toqué sus mejillas. Estaban frías como el hielo. Pasé mi mano por su frente y la temperatura no aumentó ni un grado. Coloqué entonces uno de mis dedos cerca de su nariz. Bueno, al menos aún respiraba, debía estar inconciente.
La senté apoyada en mi hombro y descolgué la mochila que 02 llevaba en la espalda. Abrí el equipaje para encontrarme con cuatro cuchillas, dos automáticas, tres bolsas con balas de recarga y un silenciador. Al fondo y casi imperceptibles estaban tres mantas bien resguardadas de la vista. Saqué dos y con una envolví a mi compañera, atando los extremos en su cuello a medida de capa. Hice lo mismo con la segunda pero esta vez me envolví a mí.
Permanecí en la misma posición por unos minutos hasta que la piel de 02 regresó a su color original. Ella se encontraba bastante intacta. Así como Qet, estaba recubierta de hollín. Tenía un pequeño tajo en el mentón y varios golpes por todo el cuerpo. El 02 de su rostro se había borrado casi por completo y por la abertura del cuello sobresalía el colgante con su nombre real. Su brazo derecho estaba manchado hasta el codo de sangre ajena.
Como estaba inconciente, pensaba llevarla sobre mi espala, pero el problema era que allí se encontraba mi mochila. Entonces decidí hacer un intercambio de equipajes. Descolgué mi mochila y se a coloqué a ella al tiempo en que me colocaba la suya, pero al revés (no en mi espalda, sino en mi barriga). Por suerte a ella le había tocado cargar con algo pequeño y ligero. Acomodé a 02 sobre mi espalda y me dispuse a seguir unas huellas de lobo que se hallaban en la nieve.
Me sorprendí al cabo de cinco minutos por el hecho de que mi compañera fuera tan ligera.
Estaba seguro de que esas huellas me sacarían de la nieve, puesto que en estas épocas la comida escasea en las montañas y abunda en los bosques. Por lo que si las huellas de un lobo iban acompañadas de un rastro firme y constante, significaba que el animal había vuelto del bosque con su presa colgando entre sus fauces.
Estaba ya amaneciendo para cuando logré divisar la mole de árboles que amenazaban con desconcertar mi noción del tiempo si ponía un pie dentro de su territorio. 02 seguía sin recuperar el conocimiento, descansando cómodamente sobre mi espalda. Me dolían las piernas y no podía sentir mis pies a causa del frío.
No había la más mínima señal de vida humana en el lugar. Era posible incluso que me encontrara del orto lado del bosque o en otro país.
Anduve unas tres horas con los ojos ya acostumbrados a ver todo a oscuras. 02 no se movió ni un poco y tampoco dio signos de querer despertar. Yo continuaba tercamente con mi travesía. Sabía que debía detenerme a descansar, pero mi orgullo no me lo permitía. Para lo único que me detuve fue para abrir la mochila con la boca y sacudir árboles para que cayeran manzanas dentro del equipaje.
Si mis cálculos de tiempo no me fallaban, debían ser las siete de la mañana para cuando oí ruidos de una persona. Apresuré la marcha hasta llegar al lugar del cual provenían los sonidos. Se oían como alguien amordazado pidiendo ayuda.
Y fue eso lo que encontré.
Con la boca vendada, una cinta en el cuello que en algún momento debió cubrirle los ojos y atada a un árbol, se encontraba la pequeña 11.
Bueno, antes quiero decir (o lamentar) el hecho de que no tuve internet durante cerca de dos semanas, así que no pude hacer nada más que... nada xD
Como sea, les dejo este cap, luego de cuatro semanas (yay! :'DD )
Si logro arreglar el tema con la red, subiré el siguiente capítulo en un par de días, o eso espero xD
Saludos ^^/