Rivales
Hace tiempo que le perseguía.
Había dado con él, al final.
Seguía corriendo, esperando alcanzarle.
La verdad, su trabajo no era de los mejores. Pero con él se sentía satisfecho.
<Alguien debe de hacerlo> pensaba mientras corría desesperadamente.
Se paró resignado. <Ya está.>
Sabía que tan escurridizo ser no se habría dejado atrapar tan facilmente.
Se giró; le pareció ver algo.
Y siguió corriendo hacia la otra dirección.
Esperaba dar con él, tenía que hacerlo.
Ni una mancha en su carrera, hasta que llegó él.
Estaba regalando datos, datos preciados que a sus jefes no les hacía mucha gracia perder.
Seguía corriendo.
Hasta que chocó con un extraño sujeto, que se quedó mirándole.
<No tengo tiempo que perder, debo atrapar a alguien... ¿ha visto a...>
La mano de ese hombre se apoyó en su espalda, pero no como un signo de perdón, no.
Era más que nada un signo de molestia.
El hombre intentó tirarle al suelo.
<Ya dije que no tengo tiempo que perder> dijo él, y con fuerza le lanzó contra la pared provocando un estruendo indescriptible.
Seguía corriendo. Intentando atrapar a su presa.
Seguía corriendo, con más fuerza.
<Debe de haber cogido un Taxi.> Entre sus labios se podía distinguir la frase "estúpido insecto".
<Vaga suposición, la del taxi> le dijo alguien detrás suyo.
Se giró.
Era él. Al que estaba persiguiendo con ansias. Al fin le encontraba.
...
Nuestro hombre cogió un poste con ira, lo desgarró del suelo e intentó golpearle.
Ese gusano se giró con tal rapidez que ni le dió tiempo a seguirle.
Pero tenía una táctica, y conocía mejor los lugares de la ciudad que ese putrefacto ser, un hombre tan insignificante, cobarde al mismo tiempo que astuto.
Esa sensación le dió una alegría repentina. Optimismo, pensó.
Cuando el hombre al que seguía desde hace kilómetros, al que quería aplastarle los sesos seguía corriendo, él se encontraba a pocos metros.
El hombre al que perseguía, que por cierto, se llamaba "Nakura" según los jefes, se encontró con una mano. La mano del perseguidor, aspra, dispuesto a matarle.
La mano de "nuestro hombre", el llamado "Serene Man", apodado "El Mesero".
<Ya te dije que conocía este barrio mejor que tú, I...>
Se paró en seco.
Notaba la sonrisa dibujada en la cara de "Nakura". Como si no temiera a la muerte, como si supiera que su vida había llegado a su fin y que no tenía escapatoria. Todo aliñado con una sonrisa diabólica.
<Rivales> pensó el asaltante.
...
<Puedo matarte en muchos momentos> dijo <pero no ahora>.
Acto seguido, le soltó. A Nakura, ese insecto, se le dibujó una nueva sonrisa en la cara, pero mucho más pérfida. Como si supiera que eso iba a pasar.
...
Acto seguido, cuando se fue, al Mesero le entraron ganas de algo.
Encendió su cigarrillo.
Aspiró una calada, y la soltó, con la naturalidad de siempre.
Como si no hubiera pasado nada.
Absolutamente nada.
Autor: Sephiroth
Persona: 3ª persona
Capítulo 1º