9692-\[Historia]_Gossip_Eater.
#3
Tsuka 15343
@Ray: Muchas gracias. La verdad es que sí que me gustaría que lo criticaras puesto que lo que busco es mejorar, sobretodo si encuentras alguna incongruencia en la trama. No conocía esa página, le echaré un vistazo. Btw, aunque no venga a cuento, me apetece hacerlo: te recomiendo que leas "Los Juegos del Hambre" de Suzanne Collins. Me ventilé los dos primeros libros en semana y pico y cuando salió el tercero no me duró ni dos días.

De todas formas, y volviendo al tema, me basta y me sobra con tener una lectora, ya me he dado cuenta de que no hay mucha gente aficionada a la lectura por aquí. Basta con leer "alunos" [alumnos], "targeta" o, incluso, "Joenn" [Hoenn].

EDIT: Vino el Doctorcito :]

@Doc: Gracias por pasarte. La narrativa tampoco es nada de otro mundo, de hecho la he visto en muchos otros libros. Primera persona en presente. Sinceramente creo que es como mejor puedes hacer que el lector se sienta cercano a la historia. Las frases cortas es cosa del estilo narrativo que tenía/tengo, aunque también lo he visto en muchos otros escritos. Para aportar pausa o velocidad a la narración. Ya sabes, recursos literarios y demás. Y sí, la sinopsis la suelo hacer típica para que no desvele nada importante antes de tiempo. De todos modos, creo que ésta es una historia que te gusta o no te gusta. No hay término medio.


Aquí dejo el primer capítulo:
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Capítulo 1
"Menos mal que quería pasar desapercibida."


¿Qué mejor manera de empezar que llegar tarde? Detengo mi carrera una vez he subido las escaleras que llevan al pasillo de mi nueva clase. Camino lentamente mientras me obligo a calmar mi respiración. Hay demasiado ruido proveniente de las aulas que voy dejando a mi espalda. Me pregunto qué clase de disciplina se impondrá aquí. Demasiado ruido.

Un murmullo constante de voces y alguna que otra carcajada me acompaña en mi solitario avance. Quinta puerta a la derecha. Aquí está. Intento alisar como puedo las arrugas de mi blusa favorita. El viaje no le ha sentado bien a mi ropa. Creo que tendría que haber sido más previsora y llevar una muda conmigo en el avión.

Suspiro mientras alzo la vista y observo el color gris mate de la puerta.

-Vamos, Freia. -me digo– Acabemos con esto de una vez.

Doy un paso más y agarro con fuerza el picaporte dispuesta a entrar. No me da tiempo a pensar que quizá debería haber llamado antes cuando una ensordecedora bocina comienza a atornillarme los tímpanos. Los fluorescentes cambian su tonalidad en un instante y bañan con su roja luz todos y cada uno de los rincones del pasillo.

Se me hace un nudo en el estómago y la adrenalina comienza a fluir por mis venas al caer en la cuenta de que no se trata de una bocina. Son gritos. Desgarradores gritos humanos que me hacen pensar por un momento que me encuentro en la peor de mis pesadillas.

Cientos de voces que corean casi al unísono. Me centro como puedo en descifrar lo que dicen mientras las lágrimas comienzan a surcar mi rostro. Tengo miedo por primera vez en siete años. Por primera vez desde aquel fatídico día.

- Señorita Freia, -logro entender- llega usted trece minutos tarde.

Perfecto.

Menos mal que quería pasar desapercibida.

Espero en alerta durante un par de minutos sin moverme. Cansada, decido soltar el picaporte. Cuando seis paredes de metal procedentes de ninguna parte me encierran en un cubo opaco deseo no haberlo hecho nunca. No oigo ni veo nada. ¿Habrá parado la alarma? ¿Alarma? Niego para mí misma mientras me seco las lágrimas. No entiendo nada.

De repente, me falta gravedad y comienzo a elevarme. Un golpe sordo devuelve mis pies al suelo. No aguanto el equilibrio y me golpeo la cabeza en la caída. Comienzo a agobiarme.

Justo en el momento en el que decido ponerme a gritar, desaparece el metal que tengo en frente. La luz me ciega pero, cuando mis ojos logran adaptarse a la iluminación, me quedo petrificada. A primera vista, la habitación es un despacho común y corriente. Moqueta roja en el suelo, frente a mí una amplia mesa de roble macizo con un monitor ultraplano sobre ella, un imponente y típico sillón de cuero negro al fondo y un espejo de cuerpo entero a la izquierda.

¿Un espejo de cuerpo entero en un despacho de instituto?

Miro más allá de lo que tengo frente a mis narices. Una exclamación ahogada pugna por salir de mi boca. No hay techo ni paredes. Alzo la vista mientras, todavía sin creer lo que tengo alrededor, me levanto. Alcanzo a ver nubes que se mueven mecidas por la leve brisa sobre mí. Salgo del cubo y éste desaparece dejando en su lugar una gran vaharada de humo blanco.

Asustada, doy media vuelta.

Una máscara plana y blanca de tres largos dientes, sin mandíbula inferior y profundos ojos sin fondo se encuentra a apenas tres centímetros de mí.

No aguanto más. Se me nubla la vista, las rodillas me flaquean y las fuerzas se me escapan.

- Joder. - susurro justo antes de perder el conocimiento.

Í N D I C E