14123-El_Capitan_del_Titanic:_¿un_golfo_cierra-bares\?
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Mikelan4315♪ 17505
El 13 de enero del 2012, el crucero Costa Concordia encalló en la costa italiana debido a la imprudente y peligrosa actuación de su capitán, Francesco Schettino. Cien años antes, otro capitán había llevado a su barco a un destino mucho peor, con la misma actuación temeraria: John Smith, gobernante del Titanic. Ambos navegantes fueron decisivos en la suerte de sus respectivos buques, actuando de una manera lo más alejada posible del manual del buen capitán y marino.

Edward John Smith, de 62 años, era el capitán de más experiencia y prestigio de la compañía White Star Line y, por ello, la empresa le entregó el mando del Titanic. Smith era un hombre formado, responsable, respetado y admirado por sus compañeros. Para el viaje inaugural del Titanic, el capitán eligió la ruta más segura y larga hacia Nueva York: 53 millas náuticas -casi 100 kilómetros- más de lo habitual, siendo así muy prudente, para evitar posibles bloques de hielo que solía haber en recorridos más septentrionales. Lo explica José Antonio Bustabad en el libro Informe pericial sobre las causas del naufragio del trasatlántico Titanic.

Por ello, extraña la actuación tan irresponsable y pasiva que Smith tuvo después. El Titanic recibió avisos por presencia de icebergs de otros barcos que navegaban por la zona, pero John Smith siguió navegando de noche y a la máxima potencia. La señal de que lo recomendable era apagar máquinas está, por ejemplo, en el Californian, otro barco que surcaba esas aguas que sí paró. Entonces, ¿por qué Smith, capitán de dilatada experiencia y prudente a priori, decidió seguir?

A bordo viajaba Bruce Ismay, director de la White Star. Antonio Bustabad apunta que desde un primer momento hubo sospechas de él. Ismay seguramente presionó al capitán para continuar la navegación, con el objetivo de llegar a Nueva York el martes 16 por la noche y no el miércoles por la mañana. Así, el Titanic hubiera batido el record de tiempo en el mismo trayecto de la compañía, que ostentaba el trasatlántico Olympic. Esto hubiera reportado unos cuantos titulares, publicidad y fama a la White Star.

Esto conecta en cierta manera los casos del Titanic y el Costa Concordia, ya que el capitán del crucero italiano naufragó al acercar demasiado su barco a la costa por una cuestión de notoriedad. La actuación de Smith y Schettino, tras sus accidentes, tampoco fue ejemplar. El italiano abandonó a escondidas el Concordia, obviando sus deberes como capitán. John Smith permaneció pero, según Bustabad, mantuvo una actitud pasiva en la evacuación, provocando que la mayoría de los botes salvavidas fueran arriados medio vacíos. Esto supuso la muerte de casi 500 pasajeros, que se habrían salvado si hubieran subido a las barcas.

Además, antes de la colisión con el iceberg, Smith se ausentó del puente de mando del Titanic al hacerse de noche. Si hubiera estado ahí, explica Bustabad, quizá habría ordenado la maniobra correcta para evitar el choque. Casos como estos hacen que la típica imagen de cuento del capitán hundiéndose en soledad a bordo de su navío quede, en ocasiones, muy difuminada.