16258-Diarios_de_un_sobreviviente._Capítulo_:_Medicina_herbal_(23\\10)
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Edo 12321
Diarios de un sobreviviente surge de la necesidad de centralizar mis ideas en un texto único, con el fin de poder obtener un guión para futuros juegos de Pokémon. La idea de compartir esto con ustedes no es nada más que para que opinen sobre la historia y puedan acompañarme en mi nueva etapa como ¿escritor? Desde ya, muchas gracias a los que leyeron todo, espero que les guste y dejen su comentario apoyando el proyecto.


Prólogo:

Mi vida solía ser normal, o eso quiero creer. ¿Quién diría que de un día para el otro olvidaría todo lo que fui y viviría una aventura cómo ésta? Para cualquiera esto solo se podría dar en sus más profundos sueños. Pero a mí... A mí me ocurrió. Mi nombre es Facundo y ésta es mi historia...

Capítulo 1: Mi amiga Alicia



Un día desperté sin saber quien era. Ni siquiera sabía en donde estaba, ni que estaba pasando. Quién soy, qué está pasando y en dónde estoy fueron las preguntas que invadieron mi mente durante los primeros minutos. En cuanto pude ponerme de pie observé que estaba en una especie de oficina, aunque todo estaba destrozado. Parecía como si por mucho tiempo el lugar hubiese estado abandonado. El ambiente era oscuro y me llenaba de miedo pero no podía quedarme quieto, debía hacer algo, buscar respuestas. En busca de algo que me ayudara a entender lo que ocurría decidí salir de la habitación. Una vez fuera me di cuenta de que estaba en un edificio, en el pasillo de un edificio. Un enorme ventanal cruzaba por el. Fuera, un sol ardiente iluminaba los sombríos restos de una civilización extinta. Quedé atónito al observar tal fatalidad, ¿qué estaba pasando? No tenía recuerdos de mi vida, pero estaba seguro de que la vida corriente no era así, algo malo estaba pasando. Un grito de socorro interrumpió mis pensamientos, ¡alguien más estaba vivo!
Con una sensación agridulce, me dirigí a las escaleras, de donde provenía aquel grito. Desde allí pude ver a una mujer subiendo, y no paraba de gritar. Por un momento me extrañé, pero pronto pude ver el motivo de su horror. Fue cuando los vi por primera vez, y debo decir que sentí el miedo recorrer mi cuerpo. Unos extraños entes semejantes a los humanos la perseguían. Sin dudarlo demasiado comencé a correr, ¿qué más podía hacer? Mientras lo hacía trate de llamar la atención de la joven como pude y le dije que nos podíamos esconder en uno de los cuartos del piso, ya que recordaba haber visto unas llaves en la puerta de la habitación en la que desperté.
No sabía si podía confiar en ella, ni si debía salvarla, pero necesitaba un poco de compañía. Una vez dentro de la oficina, o lo que fuese, cerré con llave y trabé la entrada con un viejo escritorio que se encontraba dentro. ¿Cómo te llamas?, pregunté casi por instinto y con un tono agitado, casi exaltado. Alicia, ¿y tu?, respondió con la voz entrecortada. Nuestra pequeña charla se vio interrumpida por un fuerte golpe en la puerta. Eran ellos, querían entrar a por nosotros.
Mientras veíamos como se desmoronaban nuestras defensas, buscamos una vía de escape. ¡Lo tengo!, dijo Alicia con un tono “alegre” señalando un conducto de aire. Yo no pude evitar voltearme y ver como uno de los extraños monstruos estaba a punto de entrar. Por alguna extraña razón no pude quitarle la vista de encima; su mirada me llamaba a pesar de sólo poseer dos cuentas completamente negras y vacías. Mientras lo observaba oí una voz “no los mires, vamos”, pero no podía enfocarme, algo en ese rostro llamaba mi atención. Esa hipnosis pasajera termino cuando el puño de mi nueva ¿amiga? me golpeó la cara. Gracias a eso pude entrar en razón y subir por el conducto. Tal vez seguirla no fue la mejor idea -pensé-, pero sin dudas eso me mantendría con vida y lejos de esas criaturas.
Dentro del conducto, y con un poco más de tranquilidad, Alicia me explicó la situación; al parecer un experimento fallido del ejercito Ruso había esparcido un extraño virus en todo el mundo, el cual modificaba la naturaleza humana. Según me dijo, los primeros síntomas eran náuseas y vómitos, pero adentrándose en los días la “enfermedad” tomaba tu cuerpo y te convertías en uno de ellos... En un “infectado”. Un cuento de terror –pensé-, pero pronto tuve que tomarme las cosas en serio. Estaba en medio de un laboratorio lleno de extraños seres que sólo querían comerme, y debía pensar en como no volverme loco. Todo estaba mal, nada parecía tener coherencia. Mientras tanto, seguía a una mujer que no conocía y que podía estar usándome para salvarse. Pero... ¿Qué otra cosa podía hacer? Debía arriesgarme y tratar de sobrevivir...