19940-Aquellos_engendros_que_se_hacen_llamar_personas
#0
Loony Boo♪ 12263
Vivimos en un planeta habitado por 6.973.738.433 personas, vemos pasar el tiempo, experimentamos eventos, tenemos nuevas sensaciones, probamos cosas, tomamos nuevas decisiones y nos desarrollamos en algo maravilloso, algo mutable que hemos bautizado con el nombre de vida, una serie de acontecimientos, de toma de decisiones, de circunstancias y de compañías.

¡Ah, las compañías! Bien es sabido que hay todo tipo de personas en este mundo, ¿cierto? Las hay grandes, las hay pequeñas, las hay altas, las hay bajas, las hay rubias, las hay morenas, etc. Pero no todo es físico y apariencia, ya que hay una cantidad ingente de gustos y personalidades... como también de individuos que desean ver el mundo envuelto en llamas. Porque, desgraciadamente, en este mundo no sólo hay blanco y negro, hay una gran paleta de colores, y siempre tendremos la mala suerte de encontrar a un ser vacío por dentro y vistoso por fuera. Incluso se puede dar el caso que el bicho sea más feo que un panadero, pero eso es harina de otro costal.

Es irónico el pensar que conoces a una persona y, un día, por las buenas, te das cuenta de que no la conocías lo suficiente. Seres enviados desde el mismísimo infierno; camelan tu ánimo, como vampiros en una fiesta de sanguijuelas; engatusan tus sentidos, para su gozo y disfrute; absorben tu tiempo, se deleitan riéndose de tu generosidad. Aunque no hace falta tener una relación para que, poco a poco, se acerquen a tu corazón y, un día, cuando te tienen en su maravilloso País de los Sueños, utilicen su envenenada daga para destriparte hasta las entrañas.

Y es que, valga la redundancia: "Hay hombres que solo quieren ver arder el mundo". Seres sin motivaciones aparentes; criaturas que pasan de todo, alimañas que se sienten desgraciadas y que necesitan hundir el ánimo de las personas de buena fé para sentirse bien y verse a la misma altura, indeseables cuyas palabras valen lo mismo que su persona, CERO; un tipo de parásitos que se nutren de tu tranquilidad y sosiego, unos animales a los que no les importa hacerte el vacío de la forma más cruel; cucarachas que ofrecen promesas vacías; fríos autómatas con el corazón de plomo, con una mente lúgubre, enferma, y con una lección vital que, a pesar de los palos que se lleven, nunca aprenderán.

Aquellos engendros que se hacen llamar personas.