Autor: yo (Tyren Lannister)
Capítulos: 10+ prólogo y epílogo
Persona gramatical: contrapunto (varios puntos de vista) en 1ª persona, prólogo en 3ª.
Agradecimientos: a Erin Hunter y sus libros "Los Gatos Guerreros".
Espero que os guste, acepto cualquier tipo de feedback si mi historia no es de vuestro agrado. Os dejo con el prólogo y el primer capítulo.
Prólogo
Había dos gatas en esa habitación, y un gatito de apenas cinco días. Una de las gatas era vieja, pero la otra era joven y fuerte. Aun así, era la última la que estaba más triste. Fuera, en el resto del edificio, se libraba una batalla desigual: el Clan de la Noche, al que pertenecían las dos gatas, estaba siendo aniquilado.
-No puedo separarme de él, Nublada...- murmuró la gata joven.
- Lo comprendo- dijo la vieja lamiéndole la oreja para consolarla,- pero sin él no hay esperanza. Es el único que puede pararle los pies a Alma del Desierto.
-¡Pero es mi hijo!- gritó la madre.
-¡Por eso no deberías dejar que muera!
-Está bien, llévatele. Pero no dejes que todo esto sea en vano.
La gata vieja cogió al gatito, que había estado dormido, en sus fauces, y se ecaramó a una ventana. Mientras, tres gatos entraron por el agujero en la pared que hacía de puerta. La gata joven luchó valientemente pero en vano: pronto la mataron.
Por la puerta entró otro gato: tenía el pelaje del color de la arena al amanecer, y era esbelto. Sin embargo, su belleza estaba alterada por su rostro: estaba ensangrentado. El líquido rojo brotaba de su ojo derecho.
-Ya están todos, jefe- dijo uno de los asesinos.
-Muy bien. Pronto conseguiremos un mundo mejor.
Capítulo 1: Fauces del Mar
Cada amanecer observaba Túnez y me maravillaba: ¡qué hábiles fueron los humanos para crear esta bella ciudad! Estaba encajada entre el desierto y el mar, y, sin embargo, el agua de sus pozos era abundante y dulce. Ningún gato comprendía cómo la hicieron, ni por qué la abandonaron hace más de mil estaciones. Pero aquí vivíamos. Aquí llevábamos viviendo, desde tiempos inmemoriales, los Cuatro Clanes de gatos.
"Pero ahora son tres", me recordé amargamente.
Y, si las cosas no cambiaban, pronto seríamos uno: el Clan del Desierto absorbería o aniquilaría al Clan del Fuego y al mío, al Clan del Mar.
Esa mañana tenía una misión: convencer a mi hermano, Alma de las Olas, líder de mi clan, para hacer una alianza con el Clan del Fuego y pararle las patas a Alma del Desierto. Me bajé del tejado donde estaba subida y fui a un pozo a beber agua. La fuente era cercana, y poco profunda. Descendí sin problemas por una escalera tallada en la pared del agujero y me incliné sobre el agua. Una gata joven, de unas trece estaciones, azulada y de ojos amarillos me devolvió la mirada. Rompí mi reflejo cuando empecé a beber.
Un rato más tarde, entré al cercano edificio que le servía de casa a mi clan, empeñada en convencer a mi hermano de evitar nuestro fin.
No tardé en encontrarle. Cuando me vio, me saludó:
- Buenos días, hermana.
Su voz llevaba mucho dolor: su pareja, Alma de Estrella, había sido asesinada en la Matanza, hacía diez lunas, y desde entonces estaba destrozado.
- Hermano- fui al grano,- ¿a qué esperas? Cada día qie pasa se acerca nuestra muerte, el fin de nuestro clan, ¿y Alma de las Llamas y tú seguís sin hacer nada?
- No podemos parar a Alma del desierto, y lo sabes bien.
-¡ Deja de vivir en el pasado! ¡Alma de Estrella ya murió, olvídala!
- Es más fácil olvidar a una gata que a un gatito.
Sus ojos, tan parecidos a los míos, estaban llenos de tristeza.
De pronto comprendí: ¡mi hermano tenía un hijo! Por eso estaba roto. Entonces se me agotaron las ganas de convencerle. Sabía que él tenía razón: Alma del Desierto era demasiado poderoso. Pero él prefería morir lamentándose a morir luchando, como haría yo.
- Él era negro- me dijo mi hermano,- con una mancha gris en la frente. No me puedo creer aun que no sólo le mataran, sino que se lo comieran.
Me horroricé.
-¿Se lo comieron?
- No encontraron su cadáver. Su crueldad no tiene límites.
Pero una luz loca se encendió en mi cabeza: ¿Y si de alguna forma hubiera sobrevivido? Solo había un gato capaz de saberlo. Y yo tenía el don de poder sonsacárselo.
Me encontré con mi pareja, Cola de Espuma, al mediodía. Él era un gato blanco como las nubes y ojos verdes.
-Hola- saludé, restregando mi cara contra su costado.
- Hola, pequeña- ronroneó él.- ¿Por qué querías verme?
Ahora tenía que ser lista.
- El tonto de mi hermano. Me ha deprimido.
- Ah, sólo ese pusilánime- a pesar de su fachada, ese gato era de los guerreros más leales al Clan del Mar.- Quiere morir sólo por haber perdido a su pareja.
Era mi momento.
-También a su hijo.
-¿Tenía un hijo?
Había logrado sorprender al gato que lo sabía todo.
- Vaya, no lo sabías... Qué decepcionante...
- Vaya, supongo que me tendré que ganar de nuevo tu respeto. ¿Qué quieres? ¿Traidores en el Clan del Desierto? ¿Cotilleos del Clan del Fuego?
Yo lo tenía claro.
- Supervivientes del Clan de la Noche.
- Uy, ese tema es más espinoso que un pescado... pero tú eres la que me lo pide. Tú eres mi debilidad, pequeña. En fin, se habla de unos quince o veinte gatos distintos, algo imposible, pero...
- ¿Pero?
- Pero solo hay una. La hechicera. ¿Ya tienes lo que quieres?
- Lo que quería. Ahora quiero un lugar.
¡Lo tenía!
- Mira que eres caprichosa. Pero hay cosas que ni siquiera te puesdo decir a tí. No puedo decirte que vive en la Fortaleza.
Imposible. Entonces iba a ser difícil de encontrar. Pero ya que iba a morir, ¿por qué no? Decidí encontrar a esa gata y, a las muy buenas, a mi sobrino. Pero tendría que entrar en la Fortaleza...
Tragué saliva.
Había dos gatas en esa habitación, y un gatito de apenas cinco días. Una de las gatas era vieja, pero la otra era joven y fuerte. Aun así, era la última la que estaba más triste. Fuera, en el resto del edificio, se libraba una batalla desigual: el Clan de la Noche, al que pertenecían las dos gatas, estaba siendo aniquilado.
-No puedo separarme de él, Nublada...- murmuró la gata joven.
- Lo comprendo- dijo la vieja lamiéndole la oreja para consolarla,- pero sin él no hay esperanza. Es el único que puede pararle los pies a Alma del Desierto.
-¡Pero es mi hijo!- gritó la madre.
-¡Por eso no deberías dejar que muera!
-Está bien, llévatele. Pero no dejes que todo esto sea en vano.
La gata vieja cogió al gatito, que había estado dormido, en sus fauces, y se ecaramó a una ventana. Mientras, tres gatos entraron por el agujero en la pared que hacía de puerta. La gata joven luchó valientemente pero en vano: pronto la mataron.
Por la puerta entró otro gato: tenía el pelaje del color de la arena al amanecer, y era esbelto. Sin embargo, su belleza estaba alterada por su rostro: estaba ensangrentado. El líquido rojo brotaba de su ojo derecho.
-Ya están todos, jefe- dijo uno de los asesinos.
-Muy bien. Pronto conseguiremos un mundo mejor.
Capítulo 1: Fauces del Mar
Cada amanecer observaba Túnez y me maravillaba: ¡qué hábiles fueron los humanos para crear esta bella ciudad! Estaba encajada entre el desierto y el mar, y, sin embargo, el agua de sus pozos era abundante y dulce. Ningún gato comprendía cómo la hicieron, ni por qué la abandonaron hace más de mil estaciones. Pero aquí vivíamos. Aquí llevábamos viviendo, desde tiempos inmemoriales, los Cuatro Clanes de gatos.
"Pero ahora son tres", me recordé amargamente.
Y, si las cosas no cambiaban, pronto seríamos uno: el Clan del Desierto absorbería o aniquilaría al Clan del Fuego y al mío, al Clan del Mar.
Esa mañana tenía una misión: convencer a mi hermano, Alma de las Olas, líder de mi clan, para hacer una alianza con el Clan del Fuego y pararle las patas a Alma del Desierto. Me bajé del tejado donde estaba subida y fui a un pozo a beber agua. La fuente era cercana, y poco profunda. Descendí sin problemas por una escalera tallada en la pared del agujero y me incliné sobre el agua. Una gata joven, de unas trece estaciones, azulada y de ojos amarillos me devolvió la mirada. Rompí mi reflejo cuando empecé a beber.
Un rato más tarde, entré al cercano edificio que le servía de casa a mi clan, empeñada en convencer a mi hermano de evitar nuestro fin.
No tardé en encontrarle. Cuando me vio, me saludó:
- Buenos días, hermana.
Su voz llevaba mucho dolor: su pareja, Alma de Estrella, había sido asesinada en la Matanza, hacía diez lunas, y desde entonces estaba destrozado.
- Hermano- fui al grano,- ¿a qué esperas? Cada día qie pasa se acerca nuestra muerte, el fin de nuestro clan, ¿y Alma de las Llamas y tú seguís sin hacer nada?
- No podemos parar a Alma del desierto, y lo sabes bien.
-¡ Deja de vivir en el pasado! ¡Alma de Estrella ya murió, olvídala!
- Es más fácil olvidar a una gata que a un gatito.
Sus ojos, tan parecidos a los míos, estaban llenos de tristeza.
De pronto comprendí: ¡mi hermano tenía un hijo! Por eso estaba roto. Entonces se me agotaron las ganas de convencerle. Sabía que él tenía razón: Alma del Desierto era demasiado poderoso. Pero él prefería morir lamentándose a morir luchando, como haría yo.
- Él era negro- me dijo mi hermano,- con una mancha gris en la frente. No me puedo creer aun que no sólo le mataran, sino que se lo comieran.
Me horroricé.
-¿Se lo comieron?
- No encontraron su cadáver. Su crueldad no tiene límites.
Pero una luz loca se encendió en mi cabeza: ¿Y si de alguna forma hubiera sobrevivido? Solo había un gato capaz de saberlo. Y yo tenía el don de poder sonsacárselo.
Me encontré con mi pareja, Cola de Espuma, al mediodía. Él era un gato blanco como las nubes y ojos verdes.
-Hola- saludé, restregando mi cara contra su costado.
- Hola, pequeña- ronroneó él.- ¿Por qué querías verme?
Ahora tenía que ser lista.
- El tonto de mi hermano. Me ha deprimido.
- Ah, sólo ese pusilánime- a pesar de su fachada, ese gato era de los guerreros más leales al Clan del Mar.- Quiere morir sólo por haber perdido a su pareja.
Era mi momento.
-También a su hijo.
-¿Tenía un hijo?
Había logrado sorprender al gato que lo sabía todo.
- Vaya, no lo sabías... Qué decepcionante...
- Vaya, supongo que me tendré que ganar de nuevo tu respeto. ¿Qué quieres? ¿Traidores en el Clan del Desierto? ¿Cotilleos del Clan del Fuego?
Yo lo tenía claro.
- Supervivientes del Clan de la Noche.
- Uy, ese tema es más espinoso que un pescado... pero tú eres la que me lo pide. Tú eres mi debilidad, pequeña. En fin, se habla de unos quince o veinte gatos distintos, algo imposible, pero...
- ¿Pero?
- Pero solo hay una. La hechicera. ¿Ya tienes lo que quieres?
- Lo que quería. Ahora quiero un lugar.
¡Lo tenía!
- Mira que eres caprichosa. Pero hay cosas que ni siquiera te puesdo decir a tí. No puedo decirte que vive en la Fortaleza.
Imposible. Entonces iba a ser difícil de encontrar. Pero ya que iba a morir, ¿por qué no? Decidí encontrar a esa gata y, a las muy buenas, a mi sobrino. Pero tendría que entrar en la Fortaleza...
Tragué saliva.