5. Zarpa Negra
Nublada había calificado una vez la magia como "lo más bello del mundo". Yo era incapaz de apreciar su belleza, pero no su utilidad. La magia servía para dar más potencia a tus músculos, es decir, para cazar, luchar o huir. Además, la magia había hecho que la curandera y yo nos lleváramos mejor. Ella me había confesado que, si era así de dura conmigo, era para enfadarme, porque la magia fluye mejor en un ambiente adverso.
Habíamos conseguido que mi bloqueo desapareciera para la magia implicita, la usada en acciones, en muy poco tiempo, así que ahora mi maestra me enseñaba magia explícita: los hechizos.
- Este se llama Máscara- me explicó Nublada,- y su secreto nunca ha salido del Clan de la Noche. Impide que te reconozcan.
Ocelada murmuró unas antiguas palabras y después calló. Poco a poco, empezó a transformarse ante mis ojos. Y, tras unos segundos, la gata que se sentaba sobre la azotea cambió a una forma concreta, pero difusa. Cada vez que me intentaba fijar en un detalle, este se evaporaba. Era algo imposible, que no encajaba en el mundo, y mi intuicion se negaba a creerlo. Y sin embargo, allí estaba.
Entonces me di cuenta del defecto.
- Dices que ningún otro clan conoce la Máscara. Entonces, si ven a un gato como tú, sabrán de qué clan es.
- Es verdad- me respondió la no-figura con una voz que no era ni masculina ni femenina, ni aguda ni grave; imposible de reconocer,- pero no sabran qué gato eres. A no ser que la ejecutes ante sus ojos, tú y el felino que lleve la Máscara seréis dos gatos, no uno.
Practiqué y practiqué hasta que mi Máscara ocultó incluso mi olor, y entonces Nublada me dejó salir. A tiempo, porqueel día anterior había quedado mas pronto con Arena. Corrí y corrí hasta llegar al sitio donde, dos días atrás, se me había escapado la mejor presa que había visto.
- ¡llegas tarde!- me reprochó mi amiga.
- Lo siento- los remordimientos empezaron a roerme desde dentro,- he tenido que buscar las hierbas necesarias para adormilar a mi hermano enfermo.
- Para eso se cuenta una historia- me dijo ella.
Yo volví a mentir al decirle que no conocía ninguna historia; tenía que mantener mi papel de garo sin clan. Ella me preguntó si conocía la historia del Rey del Invierno, y yo lo negué, a pesar de que era la que Nublada más me contó de pequeño.
- ¡Te la voy a contar!- parecía ilusionada.
- ¡Vale!- dije yo, su felicidad era contagiosa.
- Todo- empezó ella- comenzó hace mil estaciones. Hubo un invierno crudo, como nadie recordaba. Y ese invierno fue demasiado largo, duró muchas estaciones. Y no solo fue eso. En un momento, el mar dejó de moverse; y el cielo se nubló para siempre, ya no había lluvia, sol ni estrellas. Los clanes, tristes, pwnsaban que el mundo iba a ser así para siempre.
"Y en medio de todo eso nació un gato. Dijeron que era hijo del invierno, dijeron que era hijo de la desesperación. Pero sí era hijo de la magia; fluía en él tan abundante como la sangre. Cuando le nombraron guerrero, decidió partir lejos de Túnez para hallar le causa de ese oscuro invierno.
"Muchos pensaron que no volvería, pero volvió, mas fuerte y mas sabio. Entonces se proclamó rey, líder de los cuatro clanes, el Señor del Agua y la arena. Todos le temían, así que, para mostrar que era buen líder, el Clan Celeste bajó a la tierra y le coronó. A partir de entonces, el Rey del Invierno llevó una corona de hierro negro como su pelaje, con seis puntas, con una brillante estrella en cada una. Y la corona le hizo aun mas fuerte. Después, escogió a tres guerreros, y, tras eso, los Cuatro Guerreros fueron juntos a luchar contra el culpable del invierno.
Arena hizo una pausa.
- ¿Y entonces?- pregunté, ansiando el final.
- Nunca se le volvió a ver, pero poco después se despejó el cielo y llegó la primavera. Algunos dicen que murió, y otros, que volvio a Túnez, herido y dolorido, y que ocultó su corona para que el héroe mas grande se la ponga en el momento mas desesperado.
Como siempre, la historia me había dejado temblando de emoción.
- Se te da bien contar historias- la halagué.
- Gracias. Oye, ¿sabes que a lo mejor me nombran guerrera?
- ¿En serio?
- ¡Sí! Mi padre me ha dicho que, si destaco el la batalla que vamos a tener contra el Clan del Océano, ¡me nombrará guerrera!
- ¡Qué bien!- exclamé, aunque en realidad había recibido un duro golpe: Alma del Desierto daba el siguiente paso para conseguir el poder del Rey del Invierno.
Estuvimos hablando un rato mas, y yo tuve que luchar para esconder mis sentimientos. Cuando nos despedimos, yo froté mi cara contra su costado, una muestra de gran afecto.
- ¿Por qué haces eso?- me preguntó Arena.
- Perdona si...
- No, tranquilo, no me importa. Pero, ¿por qué lo haces?
- Quién sabe que puede pasar en la batalla.
Entonces supe que había dicho algo mal: Arena pareció enejecer varias estaciones.
- ¡Perdón!- me apresuré a decir.- No quería herirte.
- No, tienes razón- respòndió ella amargamente lamiéndome el cuello.
- Por cierto... tu padre parece influyente. ¿Quién es?
- Es Alma del Desierto
Nos despedimos, y ella se fue. Pero yo me quedé clavado en el sitio. Solo podía pensar: "¡Mierda, mierda, mierda!
Para lospocos que sigan mi historia: ¡habéis llegado a la mitad! ¡Enhorabuena!
Nublada había calificado una vez la magia como "lo más bello del mundo". Yo era incapaz de apreciar su belleza, pero no su utilidad. La magia servía para dar más potencia a tus músculos, es decir, para cazar, luchar o huir. Además, la magia había hecho que la curandera y yo nos lleváramos mejor. Ella me había confesado que, si era así de dura conmigo, era para enfadarme, porque la magia fluye mejor en un ambiente adverso.
Habíamos conseguido que mi bloqueo desapareciera para la magia implicita, la usada en acciones, en muy poco tiempo, así que ahora mi maestra me enseñaba magia explícita: los hechizos.
- Este se llama Máscara- me explicó Nublada,- y su secreto nunca ha salido del Clan de la Noche. Impide que te reconozcan.
Ocelada murmuró unas antiguas palabras y después calló. Poco a poco, empezó a transformarse ante mis ojos. Y, tras unos segundos, la gata que se sentaba sobre la azotea cambió a una forma concreta, pero difusa. Cada vez que me intentaba fijar en un detalle, este se evaporaba. Era algo imposible, que no encajaba en el mundo, y mi intuicion se negaba a creerlo. Y sin embargo, allí estaba.
Entonces me di cuenta del defecto.
- Dices que ningún otro clan conoce la Máscara. Entonces, si ven a un gato como tú, sabrán de qué clan es.
- Es verdad- me respondió la no-figura con una voz que no era ni masculina ni femenina, ni aguda ni grave; imposible de reconocer,- pero no sabran qué gato eres. A no ser que la ejecutes ante sus ojos, tú y el felino que lleve la Máscara seréis dos gatos, no uno.
Practiqué y practiqué hasta que mi Máscara ocultó incluso mi olor, y entonces Nublada me dejó salir. A tiempo, porqueel día anterior había quedado mas pronto con Arena. Corrí y corrí hasta llegar al sitio donde, dos días atrás, se me había escapado la mejor presa que había visto.
- ¡llegas tarde!- me reprochó mi amiga.
- Lo siento- los remordimientos empezaron a roerme desde dentro,- he tenido que buscar las hierbas necesarias para adormilar a mi hermano enfermo.
- Para eso se cuenta una historia- me dijo ella.
Yo volví a mentir al decirle que no conocía ninguna historia; tenía que mantener mi papel de garo sin clan. Ella me preguntó si conocía la historia del Rey del Invierno, y yo lo negué, a pesar de que era la que Nublada más me contó de pequeño.
- ¡Te la voy a contar!- parecía ilusionada.
- ¡Vale!- dije yo, su felicidad era contagiosa.
- Todo- empezó ella- comenzó hace mil estaciones. Hubo un invierno crudo, como nadie recordaba. Y ese invierno fue demasiado largo, duró muchas estaciones. Y no solo fue eso. En un momento, el mar dejó de moverse; y el cielo se nubló para siempre, ya no había lluvia, sol ni estrellas. Los clanes, tristes, pwnsaban que el mundo iba a ser así para siempre.
"Y en medio de todo eso nació un gato. Dijeron que era hijo del invierno, dijeron que era hijo de la desesperación. Pero sí era hijo de la magia; fluía en él tan abundante como la sangre. Cuando le nombraron guerrero, decidió partir lejos de Túnez para hallar le causa de ese oscuro invierno.
"Muchos pensaron que no volvería, pero volvió, mas fuerte y mas sabio. Entonces se proclamó rey, líder de los cuatro clanes, el Señor del Agua y la arena. Todos le temían, así que, para mostrar que era buen líder, el Clan Celeste bajó a la tierra y le coronó. A partir de entonces, el Rey del Invierno llevó una corona de hierro negro como su pelaje, con seis puntas, con una brillante estrella en cada una. Y la corona le hizo aun mas fuerte. Después, escogió a tres guerreros, y, tras eso, los Cuatro Guerreros fueron juntos a luchar contra el culpable del invierno.
Arena hizo una pausa.
- ¿Y entonces?- pregunté, ansiando el final.
- Nunca se le volvió a ver, pero poco después se despejó el cielo y llegó la primavera. Algunos dicen que murió, y otros, que volvio a Túnez, herido y dolorido, y que ocultó su corona para que el héroe mas grande se la ponga en el momento mas desesperado.
Como siempre, la historia me había dejado temblando de emoción.
- Se te da bien contar historias- la halagué.
- Gracias. Oye, ¿sabes que a lo mejor me nombran guerrera?
- ¿En serio?
- ¡Sí! Mi padre me ha dicho que, si destaco el la batalla que vamos a tener contra el Clan del Océano, ¡me nombrará guerrera!
- ¡Qué bien!- exclamé, aunque en realidad había recibido un duro golpe: Alma del Desierto daba el siguiente paso para conseguir el poder del Rey del Invierno.
Estuvimos hablando un rato mas, y yo tuve que luchar para esconder mis sentimientos. Cuando nos despedimos, yo froté mi cara contra su costado, una muestra de gran afecto.
- ¿Por qué haces eso?- me preguntó Arena.
- Perdona si...
- No, tranquilo, no me importa. Pero, ¿por qué lo haces?
- Quién sabe que puede pasar en la batalla.
Entonces supe que había dicho algo mal: Arena pareció enejecer varias estaciones.
- ¡Perdón!- me apresuré a decir.- No quería herirte.
- No, tienes razón- respòndió ella amargamente lamiéndome el cuello.
- Por cierto... tu padre parece influyente. ¿Quién es?
- Es Alma del Desierto
Nos despedimos, y ella se fue. Pero yo me quedé clavado en el sitio. Solo podía pensar: "¡Mierda, mierda, mierda!
Para los