Capítulo 3: Ver Para Creer
La mañana corría normalmente como siempre, hasta que llegó la hora de volver a casa. Yo siempre espero a mi mamá en la entrada de la iglesia de mi escuela, con mi mejor amiga, Rocío. Le dije a Rocío que me acompañara a donde nadie podía ver lo que hacíamos. Le dije que le quería mostrar algo.
-Bueno acá estamos… ¿Qué me querías mostrar?-me dijo al llegar.
-Esto ¡Mew yo te elijo!-grité, y de nuevo como si nadie me hubiera escuchado o visto lo que hacía.
-Es-es-es… ¡Mew!-dijo Rocío aún boquiabierta.
-Exacto, me lo encontré en el pasillo-balcón, cerca de la Sala de Maestros, y me entregó esto.-le mostré la Master Ball-Una Master Ball.
-No me considero una experta en esto de los Pokémon, por eso te pregunto… ¿Qué hace una “Master Ball”?-me dijo mi amiga.
-Bueno, una Master Ball, atrapa a cualquier Pokémon, nunca falla, no importa que sea un Pokémon legendario, ni su nivel, ni sus PS…La mayoría de las personas que juegan Pokémon, las guardan hasta encontrarse con el Pokémon mas difícil de atrapar: Arceus, Deoxys, Suicune, Mew…-le explique yo.
-Tal vez quería que la o lo atraparas con una mejor PokéBall… ¡Hay de que estoy hablando los Pokémon no existen!-respondió mi no creída amiga.
-Siempre supe que existían en algún lugar, lo que no me esperaba era con cual me iba a encontrar.-dije sabiamente mientras acaricia la barbilla de Mew.
En ese momento pasaba Maxi por la iglesia, se acerco para saludarnos. Le hice señas para que se acercara.
-Y ahora que me dicen Mew ¿Es real o no?-les dije a mis dos sorprendidos amigos.
-Es muy real, no era que los Pokémon ¿No existían?-respondió Maxi, tan sorprendido como Rocío y yo la primera vez que vimos a Mew.
Luego de eso nos vinieron a buscar. A mi familia ni se lo comenté. De hecho antes de que viera a Mew, mis padres siempre dicen que soy demasiado fanática o estoy loca por los Pokémon. Lo acepto, Pokémon me vuelve loca.
Esa misma tarde, cerré la puerta de mi cuarto me subí a mi cama y saqué a Mew de su PokéBall. Estaba feliz de salir y yo estaba feliz porque lo tenía conmigo.
-Mew, ¿Existen más Pokémon?-le pregunté como si Mew podría hablar.
Mew lo único que respondió fue, lógicamente, “Mew-w-w-w”. Fue un largo y adorable sonido. Mew se acercó a la ventana, miró por ella y cerró los ojos. Puso sus “manos” al frente y comenzó a aparecer un “aura”, por así decir, que la rodeaba. Y de nuevo, “Mew-w-w-w”, pero esta vez un largo y sufrido sonido.
-Mew, ¿Qué te sucede?-pregunté preocupada.
Parecía estar haciendo un esfuerzo, pero, ¿De qué? Su rostro empezó a tornarse más rojizo. La sostuve y se cayó en mis brazos. La recosté sobre mi cama y le hice la misma pregunta. Parecía estar enfermándose. O estaba muy cansada. Parecía no poder abrir los ojos. Así que la dejé descansar. Esa noche tuve que esconderla, me daba lastima dejarla así en su PokéBall. Dormí con ella. A la mañana ya estaba cómo nueva.
En la escuela, me encontré con otro amigo mío está en otro grado, uno menos al que yo estoy. Es un gran fanático de Pokémon. Llamado Martín o como yo le digo Martin.
-¡Genial, siempre quise que existieran!-respondió Martin al contarle lo sucedido, Martin no necesitaba ver para creer.
-Bueno acá estamos… ¿Qué me querías mostrar?-me dijo al llegar.
-Esto ¡Mew yo te elijo!-grité, y de nuevo como si nadie me hubiera escuchado o visto lo que hacía.
-Es-es-es… ¡Mew!-dijo Rocío aún boquiabierta.
-Exacto, me lo encontré en el pasillo-balcón, cerca de la Sala de Maestros, y me entregó esto.-le mostré la Master Ball-Una Master Ball.
-No me considero una experta en esto de los Pokémon, por eso te pregunto… ¿Qué hace una “Master Ball”?-me dijo mi amiga.
-Bueno, una Master Ball, atrapa a cualquier Pokémon, nunca falla, no importa que sea un Pokémon legendario, ni su nivel, ni sus PS…La mayoría de las personas que juegan Pokémon, las guardan hasta encontrarse con el Pokémon mas difícil de atrapar: Arceus, Deoxys, Suicune, Mew…-le explique yo.
-Tal vez quería que la o lo atraparas con una mejor PokéBall… ¡Hay de que estoy hablando los Pokémon no existen!-respondió mi no creída amiga.
-Siempre supe que existían en algún lugar, lo que no me esperaba era con cual me iba a encontrar.-dije sabiamente mientras acaricia la barbilla de Mew.
En ese momento pasaba Maxi por la iglesia, se acerco para saludarnos. Le hice señas para que se acercara.
-Y ahora que me dicen Mew ¿Es real o no?-les dije a mis dos sorprendidos amigos.
-Es muy real, no era que los Pokémon ¿No existían?-respondió Maxi, tan sorprendido como Rocío y yo la primera vez que vimos a Mew.
Luego de eso nos vinieron a buscar. A mi familia ni se lo comenté. De hecho antes de que viera a Mew, mis padres siempre dicen que soy demasiado fanática o estoy loca por los Pokémon. Lo acepto, Pokémon me vuelve loca.
Esa misma tarde, cerré la puerta de mi cuarto me subí a mi cama y saqué a Mew de su PokéBall. Estaba feliz de salir y yo estaba feliz porque lo tenía conmigo.
-Mew, ¿Existen más Pokémon?-le pregunté como si Mew podría hablar.
Mew lo único que respondió fue, lógicamente, “Mew-w-w-w”. Fue un largo y adorable sonido. Mew se acercó a la ventana, miró por ella y cerró los ojos. Puso sus “manos” al frente y comenzó a aparecer un “aura”, por así decir, que la rodeaba. Y de nuevo, “Mew-w-w-w”, pero esta vez un largo y sufrido sonido.
-Mew, ¿Qué te sucede?-pregunté preocupada.
Parecía estar haciendo un esfuerzo, pero, ¿De qué? Su rostro empezó a tornarse más rojizo. La sostuve y se cayó en mis brazos. La recosté sobre mi cama y le hice la misma pregunta. Parecía estar enfermándose. O estaba muy cansada. Parecía no poder abrir los ojos. Así que la dejé descansar. Esa noche tuve que esconderla, me daba lastima dejarla así en su PokéBall. Dormí con ella. A la mañana ya estaba cómo nueva.
En la escuela, me encontré con otro amigo mío está en otro grado, uno menos al que yo estoy. Es un gran fanático de Pokémon. Llamado Martín o como yo le digo Martin.
-¡Genial, siempre quise que existieran!-respondió Martin al contarle lo sucedido, Martin no necesitaba ver para creer.